viernes, julio 13, 2018

Post Trauma


La caminadora estaba en velocidad baja.
Ocho kilómetros por hora e inclinación al 15 por ciento.
La instructora nos demolía con su combinación de técnicas de ejercicios funcionales sobre la banda de la caminadora.
De repente ordenó a todo el grupo bajar el ritmo:
“Ahora zancadas largas y flexionan, sin que la el pie exceda a su rodilla”, dijo en su tono militar.
–A pesar de que mide menos de 1,65 la instructora tiene porte militar y una voz de mando. No le puedes decir no. Nunca–.
Mientras hacía lo ordenado voltee a ver a una de las pantallas colocadas frente a la caminadora.
MTV puesto en una de ellas.
Sí, MTV aún existe en estos tiempos donde los millenials toman la más mínima tontería como controversia o como bandera mientras sea políticamente correcto.
En MTV aparecieron, justo en ese momento, dos calcetines hablando entre ellos, unos títeres horribles con ojos hechos con plumón.
La versión súper low cost de los muppets.
“Mike Shinoda – Ghosts” leí en la pantalla.
¿¡Mike Shinoda!? ¿Volvió?, me dije a mi mismo. Y comencé a ignorar a la instructora.
Bueno escuché y obedecía.
Subía, bajaba, corría, bajaba intensidad. Patadas atrás, corría de un costado, corría de otro costado. 
Mi cuerpo estaba ahí.
La clase siguió pero mi mente ya estaba en otro lado.
Es julio y apenas me voy enterando que a finales de marzo, el cocreador de Linkin Park salió de un letargo tras el suicidio de Chester Bennington para hacer un disco nuevo, un disco en solitario, muy lejano al concepto Fort Minor que igual probó independientemente de la banda que marcó a casi toda mi generación.
Las pantallas estaba en silencio. Así que esperé a que la clase terminó y corrí a Spotify.
“Post Traumatic”, busqué.
Y no dejo de escucharlo desde entonces.
El muy cabrón usó todo el dolor personal en un discazo.
¿Qué peor dolor que perder a alguien cercano? A un amigo.
Me sonó muy conocido.



***

¿Qué haría Selene Ríos?
Es una pregunta que me hago casi todos los días.
Me la hice muy seguido en temporada electoral al estar frente a granaderos, en medio del gas pimienta, atorado en un hotel amotinado y al momento de escribir casi todo lo que tenía que escupir sobre las teclas de la computadora.
Desde que el cáncer cobró una tercera víctima entre mis seres queridos no dejo de pensar quién será el siguiente.
O cuándo me tocará a mí.
Primero fue mi madre.
Después Selene.
Poco después mi tía Dora.
También no dejo de preguntarme eso... ¿Qué haría Selene?
Me la pasé preguntándome en la cobertura de las últimas elecciones.
Y ahora que escucho el Post Traumatic de Mike Shinoda, me confirma que las decisiones tomadas no fueron del todo mal.
Ante cualquier duda tomar la decisión de arriesgarse resulta la menos cómoda.
Pero es una decisión.
Te hace cruzar esa línea.
Esa decisión que tomarías solo en momentos de presión resulta quizá la mejor.
“Hay demonios dentro de mí
Así que los enfrento tomando una decisión.
Ya sea tratando de ignorarlos o dándoles voz”, dice Shinoda en el primer verso de Crossing the line.



***

Terminó la clase con la profesora que parece sargento.
Corrí al sauna. Después a las regaderas.
El agua estaba hirviendo.
Todo ese día, el cuerpo me reclamó lo jodido que lo dejé.
Es curioso. Ese día, escuchando las primeras rolas de Shinoda salió la tensión de mi cuerpo.
La música de este hombre me llegó como bálsamo a la piel después de un día de sol abrasador, digno de la mixteca poblana.
Me cayó como los consejos que aún me susurra Selene cada que le pregunto qué haría ella.
A los guerreros aztecas les decían que si un colibrí los visitaba eran antiguos caballeros águila dándoles aliento en temporada de incertidumbre.
Un colibrí me visitó todo este tiempo.


De las esquizofrenias concedidas


Es pleno julio de 2018.
Mediados, de julio.
(No tendría como porqué escribirles qué día es cuando las funciones predeterminadas de este blog les pondrán aquí fecha y hora de creación.)
Escribir un blog es muy 2002. Muy 2004.
Yo soy muy 2005.
Siempre he sido un desactualizado.
Pero ahora lo hago por mera añoranza.
¿Revivir esas fechas entre el 2004 y el 2010 le hacen bien a mi mente?
No sé. No debería hacerlo. Había gente tóxica en esos momentos de la que hoy, poco a poco, he dejado de saber.
Y pretendo seguir sin saber nada de ellos.
Mientras tanto, heme aquí, sentado en una larga mesa de trabajo en un Starbucks.
La mesa estaría vacía de no ser por mí.
Y me agrada.
Tener demasiadas voces alrededor de mí harta.
Tener demasiados conceptos de lo políticamente correcto me harta.
Desde cuándo entramos en esa esquizofrenia concedida por las redes sociales.
Hoy me asqueo de lo que invasivo que hemos vuelto nuestro mundo.
Y aquí estoy, de nuevo. En un blog. En un punto de partida de todas esas esquizofrenias concedidas. De todas las voces acumuladas, a quienes rogamos por su aprobación y comprensión.
Heme aquí, de nuevo.