Salí del diario e hice la rutina. Tomar la 72A a casa, tomar el iPod, no hablar con nadie. Noté la noche fresca, bajé del bus y busqué la bufanda que Fernando Ruiz tildó de 'hippie', me la puse al cuello. Hizo un poco de viento y lo fresco de la noche me provocó lo suficiente como para caminar un poco más de lo habitual.
El iPod se quedó sin energía y lo silencioso de la noche me atrapó en mi pensamiento.
El tomar el fresco, así, solitario me recordó las caminatas por mi pueblo.
Incluso por un momento extrañé el lugar en el que crecí.
El clima era idéntico al que en febrero ocurría en Necaxa, me imaginé caminando sobre el pequeño claro de bosque entre la colonia Morelos y la escalinata a la zona sur del dique de la presa.
El viento apenas y soplaba, la noche fue fría y bajo mis pies únicamente pedía hojas de álamo secas para escuchar como crujirían a mis pasos. Como si estuviera ahí.
Cerré los ojos y pensé en lo que alguna vez llamé mi hogar.
Después desperté.
Estaba solito y seguía caminando hacia casa. Mi actual casa.
Dice Mario que el inMundo Animal tiene una (¿buena o mala?) costumbre. Que cada que escribe pareciera que está a punto del quiebre. A punto de soltar el muro de ladrillos que pesan sobre él. Admito que, por unos segundos, hoy me sentí así. Todos los días me pasa. Hoy por eso me voy a dormir cantando 'Mediocre' de la Sariñana. Hoy la rola me refleja ese fugaz sentimiento.
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~Ah, la foto, por cierto, fue tomada en el fin de semana en el DF. Una visita rápida para desear buena suerte a Manu ahora que nos lo roban por unos meses para una expedición. La pic me la tomó Marco mientras estiraba las piernas por la espera fuera del Nomadic Museum.