martes, febrero 27, 2007

Just because you feel good


¿Sentir bonito se siente feo?
¿Hay culpas que matan?
Eso me pregunté cuando escuché a Skun Anansie.
En mi vida había los había escuchado.
En mi vida.
Y hoy por equivocación puse la rola que Marco dejó en el iPod, rola que no le pedí, pero que cuando empezó a sonar nomás no la solté.
Y así ocurrió en todo el día.
“Hedonism”, me enteré que se llamaba después de escucharla…

Just because you feel good
Doesn't make you right
Just because you feel good
Still want you here tonight


Se supone que la banda se formó en 1994 y en el 1996 fue que la armaron con esta rola. Qué curioso que una rola del '96 haya quedado justa, como traje a la medida.
Será que la rola define un poco eso de sentir bonito sin dejar de sentirse mal.
Yo la verdad he aprendido a dejarme llevar.
Es como cuando creces, cuando te liberas un poco de casa, cuando dejas a papá y mamá. Cuando dejas esa casa sigues sientiéndote mal por estar absolutamente solitario.
Pero por dentro se siente bonito, eres libre.
O también podría ser como cuando el ser esclavo comienza a saber bien.

martes, febrero 20, 2007

Coño, y apenas es martes



Traigo penas en el alma

que no las mata el licor,

en cambio ellas sí me matan

entre más borracho estoy…

Necesito un tequila

lunes, febrero 19, 2007

Tu mateix

Don Marco Torres andaba por el zócalo cierto día que me desocupé temprano. Nos encontramos y me pidió que le acompañara a buscar plumones de agua y acuarelas, no porque anduviera con inspiración para ser el próximo Chagall, sino porque agarró contrato con los de la luz —osease CFE—, les armará unos proyectitos y tenía que hacer sus perspectivas para la propuesta. A toda madre pues, bien pintaditas y adornadas.
Y ahí voy, de metiche.
Y que a él le recomiendan el bodrio de tienda que es “Importaciones Mundiales”, sí, esa donde venden pura fayuca, cosas horrendas, baratas y sin sentido por módicos precios. Puro MADE IN CHINA.
Pues nos dimos a la tarea de buscar sus mentados plumones.
Y nada.
Puros plumoncitos con Winnie Pooh, todos feitos, vaya, ya ni unos Paper Mate de aquellos que según eran mágicos, de esos buenos para que los sobrinos los gasten haciendo rayones sin sentido sobre sus libros para colorear.
Decepcionado don Marco me dijo que mejor recurriéramos a una típica papelería. Pero de salida mi morral se topó con una lámpara de 100 o 150 pesos —ya sabrán qué tan fina—. Mi morral se enamoró de ella y la jaló. O fueron quizá los chaneques, no sé.
Crash… nomás se oyó.
La cajera, un vendedor y varios clientes se vieron unos a otros. Yo miré a Marco, me volví hacía la lámpara en el suelo. Echa cachitos pues.
La volví a ver y para mí pensé: “¿Corro y ni madres que la pago? ¿La pago? ¿Me hago wey como niño que rompe frasco de mayonesa en el Wal-Mart?”.
Tu mateix, diría el buen Marco Torres. Vaya, de hecho, él no dijo nada de principio, nomás se rió un poco, pero con la mirada lo dijo. Tu mateix, tú mismo, es tu pez, es tu bronca, es tu pedo. Bueno, esas serían las probables traducciones a una de las frases que mucho repite el señor, oración que me agrada y que del catalán al español es algo así como “pues ahí tú sabes”.
Todo eso se me vino a la mente pero también vino entonces el dechado de virtud que soy. Dios santo, ¿quién me manda a ser tan buen chico?
Costo de lámpara de fayuca estilo MADE IN CHINA de forja barata. 150 pesos.
El pasar el ridículo frente a empleados, propios y extraños en una tienda barata. No tiene precio.
Muerto de la risa, con el coraje —pero con harta filosofía— recibí en una bolsa de “Importaciones mundiales” mi desecho de lámpara.
Ay, ya tengo adorno nuevo para la casa. Lo digo con harta felicidá.
Qué bonito es comprar algo inútil que ni siquiera te gusta.
Pero, creo que fue una ganga, ¿qué no?

lunes, febrero 12, 2007

Días de peda

Serían las cuatro de la madrugada cuando tomaron esta foto.
Exactamente a esta hora que hoy participio en el cierre de edición.
Esos eran días de pachanga, si bien ya tenía chamba ese fin me desafané totalmente.
Ja, cómo olvidarlo. Desde viernes celebramos mi cumpleaños 21 ese septiembre del 2004.
Recuerdo que llegué a la casa, supermadreado por la escuela y la reporteada, todavía estaba en E-Consulta. Y madres… más de 50 personas en el depa. Coutiño llevó su bajo y hasta el escenario le armaron con veladoras (recordé la cera por meses consecutivos cuando intenté quitarla de la alfombra), el Jimmy Aureoles puso el karaoke con todas sus listas de José José para el drama. Todo mundo invitó al amigo, al compadre, al cuate, me llevaron tequila y la pasamos pocamadre.
Bien recuerdo que a las seis de la mañana Selene seguía chingando con el micrófono cuando ya todo mundo dormía en la alfombra.
Al otro día a alguien se le ocurrió que termináramos en Teziutlán para la final de un maldito concurso de belleza de feria de pueblo. Quién sabe porqué hicimos caso a la propuesta que en nos trepamos al Seat del James y corrimos para allá. A la mera hora todo era lluvia y alguien más sugirió la cercanía a Casitas… ¡Pues a Casitas vámonos!
Y sí terminamos en Casitas, compramos como cuatro cartones de cerveza, dormimos en la playa de sábado para domingo. En la madrugada creo que Paula o Viridiana tomaron la foto. Pueden verse mis ojeras y mi carota chelera.
Regresamos domingo a Puebla y yo no tenía notas. Todo el fin de semana me la había pasado tirando la peda.
Ja, qué recuerdos aquellos. Y qué diferente madrugada vivo hoy.
Las cosas cambian.

viernes, febrero 09, 2007

Todavía hay gente decente

Ese día ocurrió de todo en mi vida.
Un perro orinándome el pantalón no habría hecho ni peor, ni mejor el día, lo habría mantenido en el mismo tenor. Un día de mierda en que la furia a uno se le guarda quemando un poco de su alma.
Había salido temprano de casa para un desayuno en el que, yo pensé, la información que me brindarían sería mi mejor platillo.
Cero. Nada. Equis la información.
Quizá lo bueno fue un par de conectes y el repartir tarjetas de presentación.
Cuando estaba apenas metiendo mi tenedor en la fruta me di cuenta que mi celular —el que aparece en las chorrocientas tarjetas de presentación que aún no termino en repartir— no estaba en mi bolsillo.
Me puse pálido. Me preguntaron por lo que me pasaba.
Y marcamos.
Contestó un hombre. Dijo que pasara por él en unos minutos. Se decía abogado y que tenía su despacho no muy lejos del Centro Histórico, donde estaba yo en la tertulia.
Corrí al despacho. Chin, es abogado —pensé—, qué me pedirá a cambio.
¿Las nalgas? Ni madres. ¿Un varo? Quizá…
Pues la neta pensé mal. Todo me había pasado en esas fechas, todo. Y todo de la chingada, así me sentía pues.
Llegué apurado, como con apariencia de mucha prisa pues. Hablé con la secre del mentado abogado, bendito en ese momento, bendito, pero con mis reservas.
Me presenté como el estúpido que había perdido su celular.
“Un minuto”, respondió la secre. Su patrón no tardó en llegar:
Chaparrito, morenito, bonachón, chistoso. Las nalgas ni madres —pensé otra vez—.
Y va el Inmundo a poner su cara de estúpido. “Pues fíjese que el celular que encontró es mío, mire que soy reportero, es vital para mí, mi número, mis fuentes”, dije cuanta pendejada se me ocurrió.
El señor quedó no sé si agradado, no sé si asombrado, pero me contó la anécdota. Algo retecasual pues… como mi error, meter mal el celular en el bolsillo derecho y por los audífonos no escuchar el chingadazo.
“Hoy se me descompuso el coche. Tuve que ir a dejar a mi hija en camión al kinder. Cuando sonó el celular ella lo tenía en las manos, pensé que era uno de sus juguetes, pero noté que el aparato era muy real, ja. Y pues le contesté”, relató en un segundo el abogado.
Mientras relataba yo veía mi celular en su mano. ¿Qué me va a pedir este cabrón a cambio de mi celular?, pensé.
Agradecí apenado y mientras sonreía con misma cara de estúpido noté que le estiraba la mano y me devolvía el aparatejo.
¡Jesús! No pidió nada a cambio, pero entonces me quedó una deuda de honor.
“Le debo una, no sabe cuánto agradezco”, terminé diciendo.
Me despedí de la secre y corrí a encontrarme con más mierda en ese día de furia.
Así fue esa jornada en la que el único detalle de decencia fue de un desconocido.

lunes, febrero 05, 2007

Del tío Nuno

Esta foto la tomé en un viaje a Tecolutla.
Esos horrorosamente familiares.
Recuerdo que en la camioneta de mi padre veníamos divertidos con la exploración de ritmos de Lila Downs, tremendamente novedoso para mi familia.
Nos quedamos en un hotel barato pero bastante lindo. No sé porqué carambas siempre termino en Tecolutla si el lugar no es de mis preferidos. Mil veces me habría gustado ir al despoblado paraíso de jipis chilangos que resulta ser Hacienda de Cabañas.
En fin. Esa vez me pegué a los Velázquez que tanto niego pero más adoro.
Mi sobrino Rodrigo muy sonriente y su madre, mi hermana Miriam abrazandolo en una pose que refleja parte de todo el cariño que le tiene.
Mucho me hubiera gustado pasar el puente con ellos, mi padre, Adriana, Blanca y sus niños, mi carnal... vaya, no se pudo.
Hoy terminó el puente y una vez más estoy en la oficina.
Rodrigo alguna vez me bautizó como el tío Nuno, no podía pronunciar mi nombre completo.
El apodo se me quedó para ciertas ocasiones.
Soy el tío Nuno.