viernes, enero 11, 2013

La última semana


Ever wonder about what he’s doing.
How it all turned to lies?
Sometimes I think that it’s better to never ask why…
Try – P!nk

Lunes de “No quiero saber de ti”.
Martes de “Ni me acuerdo”.
Miércoles de “Ni te acuerdas”.
Jueves de “Te odio”.
Viernes de “Me odias”.
Sábado de “Nos odiamos”.
Domingo de resurrección.
El próximo lunes concluye la desintoxicación.
Ha sido bueno.
Y va a estar mejor.
“Un día a la vez”, dicen los de AA.
Les creo.

jueves, enero 10, 2013

El velorio de nuestros días



Me imaginé una escena.
Café negro. 
Estrudel de manzana. 
Frío de una noche de invierno. 
Más frío en tu mirada.
Canciones de pop en la cafetería. 
Meseras nerviosas frente a la situación. 
Sillas por levantarse para el cierre del sitio.
Ruido de tenedores acomodados y los corajes de la jefa de meseras.
Una pinche y jodida canción de Jessie y Joy.
Tu, yo.
Y un adiós. 
El velorio de nuestros días, el descanso de los dos. 
Que en paz descanse eso que tuvimos.
Que se vuelvan hermosos recuerdos.
"Porque te amo y me amas", diría Juan Gabriel. 
Pero hasta ahí. 
Mejor vivir para contarla. 
Y a dejar de recordarte envuelto en suspiros.
Dar cristiana sepultura a esto que nos unió. 
Tú, que dices estar en depresión. 
Yo, dando pasos al frente.
Y sin voltear.

jueves, enero 03, 2013

5 cosas que aprendí en el 2012



1. La lealtad es un valor poco comprendido, devaluado ante los ojos de unos. El ser leal no es solamente un asunto de pesos y centavos, ni de amistades longevas. Se nace leal, o simplemente no naces leal. Así de sencillo. La lealtad no puedes ni exigirla ni pagarla.

2. Los amigos que quedan serán pocos, pero son los que verdaderamente la vida te puso. Son la familia que eliges y que te elige. Hay que abrir bien los ojos porque “amigo” llamamos a cualquiera, pero pocos merecen el apelativo.

3.  Palabras como “amor” y “felicidad” son tan abstractas y nos obsesionamos tanto por llenarlas, acoplarlas, ensayarlas, hasta caer en el hartazgo. Aún estoy a la espera de saber si existen. Aunque este año que se fue me deja muy (pero muy) escéptico con relación a esos dos temas.

4.  La familia, la de la sangre, por más que suela está errada, alejada, esparcida, no deja de ser familia. A veces las lecciones más grandes vienen volteando a ver a tus hermanos, con las pocas palabras de un padre, con la sapiencia de la calma de esa casa que te recibe tibia a pesar de que el clima esté a varios grados bajo cero.

5.  Por más saltos cuánticos, por más que pasen años bisiestos, por más años nuevos bajo cero, por más mails arrebatadores, por más cambios de estado en Facebook o tuis amargados de Twitter, nunca dejas de pensar en la gente que consideras importante. Esa gente ahí está y estará siempre. 

El silbato


Mientras una niña rubia y regordeta no dejaba de sonar un silbato que recién había sacado de un aguinaldo yo rebanaba tres hot cakes apilados sobre mi plato. 
Tomé el tocino, lo enredé en el tenedor y pinché para volver todo un bocado. 
Fruncí el ceño cuando la niña no soltaba el silbato, su padre la regañó.
Sonaba en el restaurante "Girl On Fire" de Alicia Keys.
La gente usualmente ve con asquerosidad que mezcle maple, hot cakes, huevos revueltos. 
Un desayuno de estos es la mejor representación de la vida. 
Mezcla dulce y salado. 
Voilá, ahí tienes tu pútrida vida, un mordisco dulce, otro salado, otro muy dulce, otros tantos un poco ácidos, más cuando le das en la madre la yema del huevo pochado. 
Esa que dejas al final, que luce perfecta, así inviolable pero que a la vez es dócil para asaltarse. 
Entre el silbato de la niña, el tema de moda en la radio y mi disertación sobre la vida que es como un plato de hot cakes, casi casi a la Forrest Gump, no sé porqué, pero pensé en las últimas veces que hablé contigo.
Semanas atrás habías aparecido en la madrugada para decirme que estabas listo para darme todo tu apoyo. 
Que triplicarías esfuerzos. 
Que esa noche me lo demostrarías.
Las calles estaban vacías. Curioso para ser los primeros días de diciembre en que Puebla se vuelve insoportable. Arranca ese frío que entume pies y narices. Mi nariz estaba a punto de tronarse sola gracias a los bajos grados que el mercurio anunciaba en cualquier termómetro. De repente ahí estabas, y yo frente a tí. 
Sabía que no quería ya nada.
(Como meses atrás sentí. Solamente que ahora confirmaba el sentimiento)
Sentía frío en mis manos y piernas, pero más helado sentía mi interior.
Mi cuerpo ya no respondía, ¿recuerdas?
Aún así, como es tu costumbre, presionaste para vernos. 
Llevaste al perro. No sé si para que yo lo viera o para condensar el chantaje. 
Y hablo de condensar porque usas la redundancia aderezada de terquedad para neutralizar a tus enemigos de batalla. Y das vueltas, una y otra y otra y otra y otra vez más. Así nadie puede contigo, condensas al oponente, lo dejas hervido en el jugo de sus propios argumentos. 
Esa noche elegí el Parque Juárez por mero temor. No quería escenas y que se hiciera el encuentro en una zona pública era de vital importancia.
En fin, ahí estábamos. 
Tú, yo y el pobre de Chilito. 
El perro se deshizo en lengüetazos. "Te extraña", dijiste.
"Yo también extraño al perro", te respondí.
La plática no tardó demasiado, había dado media hora para explicar lo que ya sabíamos, que cedí demasiado, que tú exprimiste demasiado, que de tu usual terquedad me diste ración doble todos los días de los últimos seis meses.
Que ya no podía màs y te daba las gracias por los buenos momentos.
Hoy suena Alicia Keys en la radio.
Desayuno solo.
Frunzo el ceño gracias al silbato que no deja de sonar una niña rubia regordeta.
Solo, pero tranquilo.