jueves, septiembre 17, 2015

Diario de la Chuleta #1


Oficialmente somos una familia.
Ayer llegó a casa Chuleta, alias La Chule.
Es una pug de 8 meses que llegó sin planearla, la verdad, como la mayoría de los hijos.
Después de la foto oficial como familia corrí al veterinario porque en las primeras heces que dejó para marcar territorio en casa le encontramos un bicho raro.
Desde que la vi noté que estaba un poco flaca. Ya no cabía a donde la habían regalado. Y nuestra casa se volvió su tercer hogar en lo que lleva de vida, la pobre.
La veterinaria inmediatamente me vio feo cuando la vio tan flaca.
Pesó 3 kilos 500 gramos y para su edad debía de pesar por lo menos 5 kilogramos.
Le encontramos una garrapata, traía pulgas y le recetaron dieta especial para reconstruir su flora intestinal porque la chamaca andaba muy jodida. Harto parásito.
Tanto la veterinaria como nos íbamos enojando en cuanto le encontraba otro detalle más.
Siempre he dicho que tener perros, cualquier mascota es una verdadera responsabilidad. 
Después de ir a su revisión me la traje a la oficina.
Así que hoy me ve escribir. 
Bueno, la verdad ni me ve. 
Después de explorar la casa de la Revista 360 se echó a dormir, 



lunes, julio 20, 2015

Cuando me vaya

When I'm gone.
(When I'm gone)
You're gona miss me when I'm gone 
You're gona miss me by my walk
You're gona miss me by my talk
Cups - Lulu and The Lampshades


Lola dice que necesito un sicólogo.
Que me clavo.
Que se nota.
Que la nota roja me provoca duelos ajenos.
Y quizá sí. A veces me involucro de más.
Abro frentes donde hay paz.
A veces lo único que espero es que tranquilidad.
Nada más.
No sé qué se requiere para tenerla.
El día que llegue esa tranquilidad espero que me extrañen.







lunes, junio 15, 2015

731 días con Yayo



I'm thinking 'bout how people fall in love in mysterious ways
Maybe it's all part of a plan
I'll just keep on making the same mistakes
Hoping that you'll understand
Ed Sheeran - Thinking out loud 

 


Okey, voy a admitirlo. 
Me causaste mucha curiosidad desde que te vi.
Y meses después, en Profética, solamente confirmé lo que pensé originalmente en la fila del banco.
Fue una mañana de domingo. 
Tú ni te habías bañado y yo me puse la que era mi camisa favorita. 
No sé qué pasó. No tenía medido que me fueras a gustar tanto.
Tampoco tenía medido el que buscara a alguien.
Y que ese alguien fueras tú.
No sabía que te buscaba hasta que comencé a conocerte. 
El tiempo corrió, los cambios se dieron, las cosas se acomodaron.
Y aquí estamos tú y yo.
Flama y gasolina, diría Sia. 


Hubo una temporada en mi vida en que pedía que la muerte me viniera y que fuera pronto.
Mi vida me importaba poco.
Y hace poco más de dos años fue que comencé a encontrarle otro sentido a la vida. 
Le encontré amor y más paciencia a mis nervios. 
Comencé a entender qué significaba crecer.
Le vi sentido a los encargos y vueltas diarias del destino.  

Hoy adoro los domingos en Analco y esa incansable búsqueda de cosas y cachibaches para la casa.
Me encantan los sábados contigo en D.F.; las mañanas frías de domingo en la Condesa. 
Caminar de madrugada por el hotel del monumento a la Revolución.
Ver tu cara en la luz tenue del cine o el teatro. 
Espiarte mientras haces gestos de sorpresa o mientras comes palomitas de maíz.
Emocionarte con sorpresas sencillas, cuidar de tus sobrinos y desvelarte preparando sus fiestas.
Entender esa obsesión compulsiva porque las cosas luzcan, sepan, sean perfectas. 
Admirarte por no hacer nada a medias.

Hace unas horas se cumplieron exactamente 731 días juntos.
Y te agradezco, por ayudarme a crecer. 
Por elegirme.
Por dejarme entender tus berrinches. 
Por soportar mis horas extras de trabajo que parecen no acabar. 
Por darme la esperanza de mi propia familia.  
Por celebrar conmigo los días buenos, por aguantarme en los malos.
Por volverte EL MOTIVO de todos los días para levantarme a hacer el desayuno, para trabajar duro por lo que queremos. 

Todos los días me pregunto cómo es que me tienes paciencia, Yayito.
No sé cómo soportas mis despistes.
Mis olvidos.
Mis errores.
El no bajarle al baño.
El dejar el horno de microondas encendido.
El no dejarte dormir.
El apagarte la tele.
El clavarme con mis libros de Serna, mis series en Netflix o mis películas de Hayao Miyazaki.

A veces también yo me pregunto cómo es que pude vivir sin ti.
Sin tu sonrisa, sin verte dormir acurrucado a la almohada como un niño.
Sin tu afición por las papitas con salsa Valentina (que odio por ser puro colorante y vinagre).
Sin ese tono de angelito que no quiere levantarse de la cama. 
Sin tu aroma exquisito.
Sin tus brazos, sin tu cuerpo.
No sé cómo le hice.
Pero aquí estoy, contigo.
Dos años después.
Y no hay cosa que más agradezca.
A veces siento que Dios, ese mismo ente cruel que me quitó un día mi madre, me recompensó poniéndote en mi vida.
Conocerte me hizo recuperar la fe, volver a creer en él. 
No sabes cuánto le agradezco por ponerte aquí, a mi lado.



¡Feliz aniversario! 
Muchas gracias por los dos años juntos. 
Y muchas gracias por los que vendrán.ç
Te amo, corazón. 

Tu Negrito.