martes, abril 26, 2005

Se ignora realidad

Lunes 25 de abril. Puebla, Puebla. Una marcha más en el bulevar 5 de mayo. La típica faramalla, el grito sonoro de un grupo quejumbroso. Un dío después de las elecciones en las Juntas Auxiliares fue
que a un puñado de gente importada desde Canoa hacía bulla y estorbaba el tráfico. La primera manifestación molesta en el tiempo de Doger. Tan molesta fue que a punta de tolete, balas de goma, yelmos y escudos de plástico la disolvieron.
El consejo editorial lo ordenó y no se dijo nada del tema. Dos boletines para llevar; uno del DIF, de la primera dama entre más damas, otro de la esposa del tipo de SEDURBECOP entregando juguetes a los niños. En Puebla no pasó nada. En Puebla la ley atropelló a unos cuantos y de paso a mi integridad.
Eran las once de la noche y apenas se decidía si el tema era delicado, si la reportera debía escribirlo, si las fotos se iban a reservar. Después de dar vueltas la orden expresa fue llenar la plana sin la nota correcta sin la foto indicada. Ni contraportada a los rostros bapuleados ni un recuadro tímido en la esquina de la portada. Nada. No pasó nada. Esa fue la orden. Eso se hizo. Hoy soy un día más viejo y mi alma es unos gramos más corrupta (EVV).

miércoles, abril 20, 2005

Envidio a tus sábanas

No estás aquí.
No estoy ahí.
El contacto son vagas tipografías que se mueven en renglones.
Vil interfaz gráfica de la red.

No quiero eso.
Deberías estar aquí y cumplir una vil fantasía.
Deberías estar aquí para cumplir mi capricho.
Deberías estar a mi lado y no respondiendo con monosílabos.
Y yo debería hacer tanto, tanto que no hago, tanto que se quedó en el tintero.

Me voy solo esta noche.
Hoy duermo sin tú compañía.
No te tuve ayer en la noche, no te tuve esta mañana, no se qué pase este viernes, no sé qué carajos puede cambiar el panorama.

A veces siento algo de piedra dentro de la caja torácica.
A veces creo que no existe una mano donde el latir de mi pecho pueda resonar.
A veces prefiero pasar la noche en vela con fantasmas ajenos, con aullidos recién adquiridos.

Pero, hoy... hoy envidio tus sábanas, que te acompañan, que te cubren, que en las noches calurosas no te estorban.
Quisiera ser ellas, fetiche de algodón de estampados florales o de rombos ilógicos. Sin pensamiento, sin sensación, sin dolor, sin pena, sin preocupaciones, pero aderezadas por tu cuerpo, por tu compañía, por tus suspiros, por tus gemidos nocturnos, por tu saliva escapando de tu boca.

lunes, abril 18, 2005

0ctubre quince

A la dueña de todas las aves del paraíso

Intro

Se que es la una de la mañana. Que debería estar en mi casa. Que debería dormir. ¿0Será que se me ha contagiado el insomnio? Hoy entre tantas inconsistencias propias, entre tanta exigencia mía y a mi entorno, entre tanto complejo pienso en un día del que dolor es sinónimo, en el que la pena tuvo nicho y en el que no olvidare.

Disculpas para quienes conozcan la historia. Es la una de la mañana y algo me dice que no puedo dormir sin escribir lo siguiente...

1
Erase una vez un pobre tipo. Se desconocía por completo, se atemorizaba por todo. Le dolía el andar, se quejada de la vida que no le tocaba, aparentaba el cien por ciento del tiempo que el mundo podía acabarse por cualquier error suyo. La verdad es que para ese entonces pocos errores había cometido, uno fue regresar a Puebla un domingo para volver en lunes a Necaxa.

Sonaba desde el plateado reproductor de discos compactos una tonada conocida. El ánimo pesado de mi mano dejó caer un dedo sobre la función repeat sin quererlo. Cuatro horas escuché el mismo ritmo de una voz triste, bofa, sorda a mi dolor.

Everybody's here with me, got no camera to see. Don't think I'm not all in this
world.The camera won't let me go and the verdict doesn't love our soul. The
digital won't let me go
Yeah yeah yeah. I'll pay, yeah yeah yeah., when
tomorrow. Tomorrow comes today.

Sonaba un disco que poco antes compre. Tomorrow comes today, de Gorillaz. Mi madre había muerto unas horas antes. Por imprudencia y estupidez no estuve con ella.

2
Llegué con mi hermano a la casa. El zaguán estaba abierto de par en par y se veían flores por todos lados. Eran las once de la noche y muchas caras tenían morbo. Yo miraba al fondo donde el cedro era la funda del cuerpo de mi madre. Sentí palmadas al hombro. Nunca identifiqué esas manos. Seguí el paso sin prisa y fui interceptado por mis primos. Llanto y pésames por kilo fue lo que brotó entre nosotros. Pero al siguiente pasillo vino lo peor.
Mi padre llego a abrazarme y se tiró a mis piernas. Nunca le vi así de lastimado. Por primera vez se veía la derrota del hombre que con temple de hierro vivió a su lado. Sólo escuchaba que decía mi nombre, que se disculpaba por no haber podido ayudarle a vivir. Mi padre estaba derrotado, a mi me derrotó el verlo en el suelo rogando perdón por el dolor de todos. Mis hermanos lo levantaron, me abrazaron uno a otro. Y caminamos cinco pasos. Los hermanos de mi madre estaban por todos lados. Vacíos como siempre daban condolencias, intentaban cambiar el tema o hacían como si lideraran el descontrol del funeral.

3
Una imprudencia.
—¿Quieres verla?— dijo Blanca.
—No—, dije yo.
No quería verla dentro de ese cajón. Preferí que se cerrara el féretro. Que las aves de paraíso no fueran quitadas del ataúd, que siguieran perfumando la pena.
Me senté frente a la caja. El aroma a madera de cedro ahora me da náuseas. Con la muerte de mi madre, Doña Emma dirían muchos, nació un nuevo rostro en mi. Desperté a la vida y recordé que no todo es dolor. El verdadero dolor es aquello que rompe tus columnas centrales. Que te desquebraja el piso. El dolor es miedo a no quedarte hecho pedazos.

***

Vaga conjetura

Tengo miedo y no es porque estoy solo en la redacción. Tengo miedo y no es porque paso más tiempo frente a una máquina que junto a los que quiero. Tengo miedo y es por llegar a ser víctima de la decepción. Tengo miedo porque una vez más me encuentro remando a contracorriente.

Sueño y divago, beso y no pienso, siento y me duele.

Son esos labios los que me confunden y me apresan a cada momento. Son esos labios que endulzan en poco tiempo lo que llamo "vida". Son esos labios que me dan miedo, que ocultan sus coincidencias, que resaltan nuestras diferencias. ¿Son labios llenos de miedo? ¿O es mi boca la que tiene miedo de seguir besándolos?

Colofón
Llace aquí, entre viejos ordenadores el peor de los despojos humanos. Tiene como tumba una vieja oficina que de polvo subsana sus pulmones, donde de alguna gripa simple se revuelve por las escobas del conserje. El ataúd es su propio miedo, y su propio dolor. Se avisora una tempestad de tierra en los ojos, de agua clorada inundando retinas, se avisora un soplo al corazón. Se predestina dolor. Pronto. No sabemos cuándo, pero pronto.

lunes, abril 11, 2005

Boda

Con ramo y arroz

Al Pollo lo vi muy contento. A su pareja, siendo sincero, ni lo conocía, pero lo vi feliz. Ambos uniformados en saco largo negro, parecían casi chambelanes. Pero no, no eran los acompañantes de una cursi quinceañera forrada de color rosa en un vestido de pastel, que bailaría con un fondo musical al estilo de Celine Dion entonando "My heart will go on". Eran más bien... el novio y el novio.
Fue una fresca noche de inicios de marzo de este año. Todo el día hizo un calor horroroso, Josué estaba de visita por Puebla. El clima bajó después de la hora cero y en la casa de Jossie, el ex novio del Pollo, se armó una sencilla ceremonia totalment donde contraería matrimonio con su más reciente galán, Enrique. Por la emoción de ambos no pude cruzar palabra con ninguno, bueno al Pollo lo felicité, le di su abrazo, le di el pésame y lo vi andar de un lado para otro. Pero a Jossie, que más que anfitrión parecía la madre de la novia, se le veía contento y orgulloso de cómo lucía el patio de su casa todo adornado para la party.
La recepción consistió en el sencillo juego de velas blancas con su fatua luz, pétalos esparcidos por el suelo, flores extravagantes en jarrones esféricos de vidrio y telas enredadas por los recovecos del patio para dar otro aire a la minúscula plancha de la Casa del Pavoreal.
La mayoría de los invitados iba decentemente vestidos. Yo ni sabía que era de gala el asunto. Debí haber llegado de traje para no desentonar. Pero la mayoría estaban más interesados en cómo se verían los novios, así que no me preocupé más. Me fui a sentar con Marco, Lia, Juan Carlos, Nadia y Josué y desde una esquina entre pétalos y flores fue que vi el sencillo show preparado para la noche. En una esquina había una mesa vacía que yo supuse para aquello de las viandas.
Había mucha expectación en los invitados. Entre ellos se armaba el sondeo de cómo sería el casorio, en qué términos legales quedarían, si habría algo distinto, incluso hubo quien supuso que se cometía un delito. Eso sí, todos los hombres ahí, bueno la mayoría, hacían un gesto de barrido a los nuevos especimenes que encontraban en el jolgorio. A mi me barrieron con la mirada más de dos veces, cosa que no me incomodó. Al que si vi algo consternado por cómo lo miraban era a Josué, mi mejor amigo del D.F. que me acompañaba. Eso del ambiente no se le da. Al baño no quiso ir sólo. “No lo fueran a ligar” decía.
Como en todos los casorios ocurre, la ceremonia empezó tarde. Los invitados continuaban llegando cuando el Pollo corría por una de sus amigas, creo que su nombre era Janet, que haría la cuestión “oficial”. Corrieron los interesados, los invitados nos sentamos, no faltó quien comenzó a viborear a la pareja, ambos uniformados, cosa que no se veía mal, creo que fue la mejor elección, llegué a preocuparme pensando que vería a uno de ellos en despliegue de sensualidad tipo Madonna en “Like a virgen”. Pero no, muy bien vestiditos, buen mozos los dos, con una mano del Pollo en la espalda de Enrique. Algo nerviosa Janet, comenzó, siempre dejando en claro que la cosa era simbólica. Siguió un sí acepto, de los novios, seguido por un jocoso “ni modo” de Jorge —como realmente se llama el Pollo—. Siguió el aplauso de los presentes. Y una banda detrás de los novios comenzó a tocar el “Ave maría” en versión rock gótico, la voz de la soprano a la que acompañaba la batería subía y bajaba en los tonos conocidos de la melodía. Mientras tanto, el primer beso como casados se daba entre Jorge y Enrique.
Yo pensé que cargarían al novio, o algo así, o que se haría la víbora de la mar, o ya de plano como le hacen en el norte, el baile del dólar, donde se pasa a pagar en efectivo por un echar el dancin’ con los recién casados. Pero no, aquí nomás hubo dos ramos aventados a los invitados, o bien la bola de hombres que les urge pareja formal.
De la boda además recuerdo que todo mundo corrió hacia el brunch que las amigas del Pollo organizaron, a diferencia de él, recuerdo más detalles. Recién que hable con el Pollo me contó que estaba tan preocupado con los detalles de la pachanga que ni cuenta se dio de quién llegó y quién no.
También me platicó que se hizo del modo más simbólico posible por el hecho de que aún, en nuestro país, y en nuestros estado, no se reconoce como tal la convivencia de dos hombres o dos mujeres en pareja. La ley de convivencias que el gobierno del Distrito Federal impulsó pues apenas y da resultados, según me cuenta Jorge, sólo en la capital, en los días 14 de febrero es que a veces se hacen esos trámites que a la luz pública no son bien vistos ni manejados como se debería.
Pero a mi mente, ya después de tres semanas del casorio, es que recordé un artículo de Enrique Serna —escritor de libros como Señorita México, El miedo a los animales y El seductor de la Patria— en la revista Nexos de febrero. En “Puritanismo en Sodoma”, el escritor iniciaba con una frase de Dolly Parton, aquella actriz y cantante norteamericana que decía: “Estoy a favor del matrimonio gay porque todos los seres humanos, cualquiera que sea su preferencia sexual, tienen derecho a ser miserables y desgraciados”.
En ese sentido, Serna explica las contradicciones del matrimonio gay. El necesitar de un patrón etiquetado impuesto por la misma sociedad en la que los homosexuales no confían por intolerante. Argumento muy válido.
No cuestiono al Pollo por casarse. Ni cuestiono a los que podrían señalar el acto como indigno de ser reconocido socialmente para dejar las actas y ceremonias simbólicas. Y no me cuestiono porque al fin y al cabo, el paso de vivir en pareja, de darlo a conocer públicamente, de llegar al cliché de vivieron felices ever after, es bronca de quien lo decide. Feliciades Pollo y mucha suerte. Por cierto, casi lloro en la boda.

domingo, abril 10, 2005


Por fin aprendí a subir fotos, ja. Para aquellos que no me
conoscan, pues este soy yo, no tenía otra foto así que no se quejen. En cuanto
pueda la cambio. Fue tomada en un día de depresión, no soy
fotogénico. Se nota.
Posted by Hello

domingo, abril 03, 2005

Taxi

Ya de noche fue que los pies no me respondieron. Se me acumuló la fiaca, se me fundió el cerebelo. No quería dar otro paso. El hambre me llamó dentro de esa medianoche hace el tufo de un taco árabe bañado en salsa roja. Ese aroma me hizo caminar una cuadra más detrás del asilo de ancianos. Moví la mirada. La dirigí a un taxi de donde salía la estela de olor. El chofer engullía con sendas mordidas el contenido desde su envoltorio de fino papel aluminio.

—Buenas joven, ¿a dónde va?—
—A la 35 poniente, entre 27 y 29 sur por favor.—


Proferí un “buenas noches, buen provecho”. El chofer agradeció mientras guardaba el envoltorio. Bien atinaba unos 60 años. Los hombros le engullían el cuello y su nariz parecía que fue mal dibujada por el maestro Magú. Me miró de reojo y me ofreció suplicante el resto de su lunch nocturno. El hambre era tal que no me salió corazón para dejar su cena intacta, tuve que acompañarlo con la mitad del último taco árabe.
Gudelio dijo llamarse. Apenas le hice plática se destarabilló. Los diez minutos que se lleva el camino a casa fueron el estrellado del taxista en su historia de temeraria valentía.

—No joven, es que usted me dirá, pero uno que no es estudiado, uno que es
jodido, uno que se sale y parte el lomo a tan alta hora de la noche no puede
darse el lujo de dejarse sobejar por los demás... por los que dicen se
ingenieros, arquitectos... ¿Usted qué es?—
—Reportero.—
—Ah, ta
bien, pues le decía, si viene usted y me dice que estoy mal, que soy pendejo, ya
ve tanto chamaco que a uno se le deja ir nomás porque lo ve viejo, nomás porque
cree que uno ya no la hace, y es que esa no es calidad humana, un individuo
vale, y debe quererse y debe valorarse, y usted, como le decía, que es joven, no
puede venir y decirme que soy yo un pendejo, que ya no la hago, porque en ese
mismo momento yo le meto un balazo, y es que eso me ha pasado, usted creé? Sí,
ahí donde me ve, me veo pendejo y viejo y cagado y aburrido y lento, pero no...
yo todavía puedo. Así me pasó una vez, un viernes que unos chamacos me la
quisieron hacer de frijoles, que me vieron pendejo, no pus no verdad. Pues que
nos hacemos de palabra, que se bajan que los bajo, que me querían pegar, pero
nomás porque no quiero broncas, porque no me quiero meter en líos pero de que
tenía los huevos, los tenía. De verás. No me vea así. Pero en fin... Que en qué
quedó lo de los chamaquitos... Ah, pues cuando ya se habían bajado todos, cuando
ya me querían partir mi madre, me trepé a mi unidad, metí el freno y saque mi
fusca, que siempre la cargo, les tiré tres balazos al aire, y que se tiran al
piso los pinchis putos, lo bueno es que los dejé en una calle reteoscura... al
fin estaban bien pinchi alcohólicos.
—Se le pasó una calle señor.—
—Que
era la 35 verdad. Chin... Ah... pues le decía joven...—
—Doble en ésta calle
porfa.—
—Pues que se tiran al suelo... y yo con la fusca que...—
—Ahora
aquí a la derecha.—
—Ah... está bien,.. y pues que espejeo para ver donde
andaban los cabrones...—
—Ahí en el zaguán café por favor. ¿Cuánto le
debo?—
—Y entonces... 30 pesos... que no veo nada...
—Buenas
noches.—
—...eh. Sí, buenas noches joven.—

No cabe duda que caminando por las noches, en esta Puebla de los Demonios se encuentra gente a la que le falta mucho amor.