domingo, febrero 21, 2010

11 ó 12

Munive puso la de whisky frente a mí.
Sí así fue.
“Ándele mi Mundo, chínguese uno”, y sacó un caballito de la micrococina que hay en la oficina. Lo llenó y lo dejó frente a la lap. De la manera más coqueta con sus manos gorditas dejó la botella de Johnny Walker ahí a unos centímetros de mí.
Vi el caballito. Vi a Munive. Vi a Octavio que andaba igual ahí en la perrera (como cariñosamente llamo a mis aposentos laborales).
Tomé el caballito y de jalón, de un solo golpe y sin pensarla, como si fuera tequila, me llevé para mis adentros ese alcoholito que la verdad, fue liberador.
Y Munive me sirvió otro. Y Octavio ponía esas rolas, las llegadoras. Volví a tomármelo de jalón mientras sonaba esa fina canción que reza: “Que chingueeeee a su maaaaadre”.
Y los dos se espantaron cuando me serví el tercero. Y el cuarto y el quinto. Yo seguía escribiendo. Para el séptimo ya había perdido cordura y el cabrón del Shaggy (como cariñosamente le llamamos a Octavio, es igualito) puso en la Mac “Soy lo prohibido”. ¿O fue Munive? No sé. Yo estaba ya bien pedo y eran las 8 y media de la noche de un lunes. Fue con esa canción que terminé jalando la caja de kleenex y me eché a llorar. De ahí en adelante tengo tremenda laguna mental.
Dicen los testigos que me chingué doce caballitos. La botella se quedó con poquito. Y mi alma, no sé porqué, también quedó vacía. Bueno, poquito.
Dicen los testigos que me dormí en la oficina de Munive. Que terminé debajo del escritorio maltrecho y desacomodado.
Dicen los testigos, y ya lo constaté, que me tiré mis debidas guácaras en los cestos de basura.
Dicen los testigos que nunca me habían visto tan borracho.
Yo digo que nunca me había chingado yo solito una tella de whisky.
Al Munive le ensucié su camioneta. Me dio aventón a mi casa y me bajé sin despedirme. Me fui haciendo el paso tipo Matrix hasta que llegué al depa.
La verdad es que fue liberador. Tiré mucha mierda emocional. Quizá fue malo para mi hígado, pero fue excelso para mi alma.
Ahora lo que me da miedos es que este blog va que vuela a convertirse en el ‘Diario de un borracho’.