viernes, enero 28, 2011

Rutina

Es rutina.
Sabes a qué hora toco a tu puerta.
Cuánto tardo en llegar de la oficina.
Sabes que podremos salir a cenar.
O hacerlo en tu casa.
Que podemos pasarnos horas viendo Six feet under.
Que no te puedo decir no si sirves un par de vasos old fashion.
Así como lo tomo: con whisky, agua mineral y hielos.
Tampoco digo no cuando me pides que te lea.
Cuando tengo un libro nuevo entre manos.
Que te ponga mi música, que te la pase a tu pastilla.
O cuando me pongo a actualizar el iPod que me regalaste en navidad.
Menudo reto, 160GB para mí solito.
(¡Ya llegué a las 5 mil rolas!)
Muero igual de ternura cuando me pasas tu pijama.
(Esa que irónicamente era de tu ex)
Si estoy cansado, si me ves molido, ni preguntas.
La aspirina, el café, el té, el baño, todo está listo.
Suena a codependencia, lo sé.
Pero me gusta.
No duermo, ni puedo, si no empiezo a abrazarte por mi flanco derecho.
Pongo mi brazo derecho bajo tu cabeza, como almohada.
“¡No se te duerme!”, has dicho siempre con esa cara de emoticón.
Te abrazo con el izquierdo.
La pierna izquierda igual te abraza.
Mi muslo sube hasta que roso tus nalgas.
Mis piernas te tocan.
Sientes mi pecho y tiras ese suspiro raro y gutural, desde tu pecho.
Y eso me indica que por fin podemos descansar, pero juntos.
Sí, es rutina.
Sí, quizá codependencia.
Pero nunca se sintió tan bien.