miércoles, mayo 26, 2010

¿Por qué complicarnos la existencia resulta tan atractivo?

martes, mayo 25, 2010

Pólvora

Hoy resuenan cohetes.
Y no están en mi cabeza.
Pensé que así era, pero no.
Mi mente está más clara que nunca.
Y a unas cuadras suenan varios suspiros que termina en una serie de escalonadas explosiones.
Se quema la pólvora y entra por el balcón de la oficina.
La Siempreviva huele toda a pólvora quemada.
Mañana festejan a San Felipe Neri, precisamente en la Concordia y el desmadre queda a unas cuadras.
Ahí es de donde viene el reventar.
Y mi nariz, no sé porqué, provoca usualmente la mejor de las inspiraciones.
(O será que hoy me cayó el veinte)
Me di cuenta que no hay porqué complicarse la existencia.
Lo que pase, pasará. Lo que venga ya ocurrirá.
Aunque suene tonto y redundante.
Aunque huela, a cohete vacío. A paloma cebada. Como pólvora quemada, como esta pieza añeja desde donde escribo.
“Hay que darle tiempo al tiempo”, como dice Fito Paez.
Yo ya ni me rasco, ya ni sufro ni me acongojo.
Adiós ansiedad. No más cicatrices de rascado. A la mierda contigo, doña Ansiedad.
Mis calenturas nadie más las sufre.
Solamente yo.
Así que por qué preocuparme.
Si la vida me ha sabido tan bien últimamente.
Tan bien como un plato de lentejas.
Ha olido tan bien como tierra mojada.
Como papel recién impreso.
Como pólvora quemada.

domingo, mayo 09, 2010

Morir de a poquito.

En teoría, eso no se hace.
Pero las cosas prohibidas son las que saben mejor.
Caí otra vez. Y se sintió bien.
Seis horas bailando gracias a una pastillita milagrosa que me da diversión a cambio de unas cuantas neuronas muertas.
Porqué será que el pulso se me duplica, la vena en la frente se me salta y las piernas se me vuelven resorte con tan remilgado aditamento.
El Doctor me la receta, surte y administra. Vigila el proceso. Y no se aparta. Ahí está en caso de cualquier recochina taquicardia.
Los efectos secundarios son menores.
Urge agua para el sabor amargo y lo seco de la boca. Con eso basta.
Ahora resulta que soy hijo bastardo del positivismo comtiano, y justifico esto con mi vocación que me provoca explorar.
Experimentar.
Vivir.
Aunque me mate poquito.
Porqué no hacerlo si uno nunca sabe cuánto le queda en este mundo.
En teoría eso no se hace.
Lo sé.
Pero todo nos mata día a día.
La persona a la que alguna vez amamos.
La persona que está enamorándonos.
El trabajo que uno venera y adora.
La familia que nos plaga de versiones duplicadas.
Sé bien que eso no se hace.
Ahora que escribo ya no tardan en dar las diez. Y no duermo porque aún la energía me sobra. Sale por mis dedos, mis ojos, mi sonrisa atornillada casi irreal.
La cama ahí luce cómoda. La comida ni se me antoja. Bebo agua mineral, nada más.
Y tecleo. Tecleo esto que quizá más tarde no tenga sentido..
Lo sé. Eso no se hace:
Matarme.
Pero porqué no adelantarse a lo que la vida nos depara.
Así sea con cachitos de muerte en dos dósis de media pastilla.
Maldita sea.
Ahora quiero saber qué es la ketamina.