sábado, febrero 12, 2005

A, b, c: bis.

a) Hagamos un trato... tú no lo dices, yo no lo digo, no hagas caso que es sólo un berrinche, si quieres leélo, sólo te informo que eso de partirme la madre comienza a volverse una costumbre.

b) De dónde carajos viene la fuerza que arrastra a querer, será que el pinche corazón forja placebos, ¿acaso hace amarras? Se confabula el destino, tu sentidos, los amigos, el ambiente, todo en tu contra. Tú caes rendido ante el agua del oasis. Madres, tragas arena. ¿Rico? ¿Bueno para tu sed? No, ¿verdad?

Te chingas porque eso es lo que tienes, eso es la vida, eso es experiencia; decía Oscar Wilde que experiencia es un cúmulo de errores. ¡A salud de Wilde, pues! Eso de ser homosexual de vez en cuando ayuda para tener un poco de claridad en la mente, digo a veces porque el resto del tiempo se la pasa uno metido en pura mierda.

Retomo... ¿Será entonces que disfruto los errores? ¿Será que mejor me acostumbro a las derrotas? Así celebraría más seguido. Así cada día, cada partida de madre, pisotón, empujón, caída, desprecio, significaría que algo hago con mi vida.

Ja, pobre iluso. Vive pues, amarra toda la seducción de los espejismos. Siéntelos, vívelos, que la filosofía de lo que tienes por vida parece construirse de peldaños empotrados en suelo falso.

Que me condene entonces Dios, y no precisamente por gustar de la sodomía, si no por no atender al mandamiento ese de la adoración de falsos ídolos. Y que no me chingue ahora Dios, que hoy no me pida eso, pues de ahora en adelante pienso encomendar mi pérfida y puta alma al más falso de todos, a uno de propia creación, a la caridad del Santo Cristo de los Madrazos, un ídolo más, otro de barro, de yeso barato. Como muchos.

A tal santo pienso encomendarme porque las batallas que me dejan en derrota continúa logran que mi ánimo se mantenga alerta. Así que sigo el berrinche, sigo con el aburrido desaguisado, que hoy tengo mi día lleno de furia y rabia contra lo que me rodea. Que hoy odio todo lo que me hace respirar, que hoy maldigo mi suerte una vez más.

Ahora no me lamento por se mal profeta sino por todo lo contrario, nomás por joder inventé en la cabeza un escenario del cual nada aparecerá. Mal hecho, mejor debí haber nacido mitómano, haber nacido cuentista, y no haber nacido perdedor de tiempo completo pues cada que las imágenes prefabricadas se regresan golpean a mi mente sin un ápice cumplido.

Hoy no pienso describir sueños, hoy no quiero saber de la japonesa que soñé el otro día, hoy quisiera ver un poco de coherencia en mi vida. Hoy quisiera oler común, hoy quisiera quitarme el aroma a campo minado.

Eso, ojalá estuviera ahí en un campo minado, que un clic sonara bajo mis piernas y volará mi cuerpo en todas direcciones hecho mierda. Así siquiera tendría una sensación de vacío en mi estómago, eso me indicaría que vivo, exactamente dos segundos antes de perder por siempre mi aliento. Esa vida que pierdo a diario cada que vuelvo sólo a mi cama.

c) Bis

Artículo indeterminado, sujeto equivocado, acción correcta pero desatinada. Que el santo comienza a hacer milagros, lo descubrí a noche de anoche que mi corazón puso doble carga de esfuerzo, el resultado fue la tos con rastros de bilis, estómago débil por la mezcla y una luna que me vaticinó con su envidiosa hermosura una plana velada.

¿Qué más da? Será que me acostumbro. Será que la razón no gobierna en el estúpido ser que soy. Siempre he de anteponer en el vacío doble carga de ladrillos. Además la ingenuidad me obliga a poner expectativas que nunca aseguran que mi entorno y todos sus activistas cumplirán a favor.

Muerdo lazo, amarro mentes o mentadas, guardo distancia a las tímidas esperanzas que hayan nacido de momento. Me hago un favor y vuelvo la mirada al constante trabajo cerebral que me implica el egoísmo. Me hago un favor y merezco un poco de la obra que el alcohol y la hierba bien otorgan a mi pobre pensamiento. Me hago otro favor y desfallece una monserga más de aquél constante individual llamado paciencia.

Quizá nada tenga que ver, pero por ser hoy día donde explota el lloriqueo recordaré cuando una mujer se convirtió en rubia y comenzó a gruñir en inglés. De sus frases, una de ellas siempre me agradó:

You’re too far to bring close. Too hi to see below. Just hangin’ on your daily dose.
So what’s of wastin’ all my words, if it’s just the same or even worse than readin’ poems to a horse.

miércoles, febrero 09, 2005

Aquél par

Unas veinte veces mi madre me contó la historia de una chamaca que se pasó de enamoradiza, que quiso mucho al muchachillo que le veía por la ventana de la cantina.

En aquellos tiempos, cuando un volkswagen era lujo en el pueblo, los pantalones se usaban untados al cuerpo, a los hippies les decían mariguanos y tomar la píldora era pecado, aquella chamaca tendría unos diecisiete años, una máquina de coser y la obligación de atender a todos en su casa.

Sus cuatro hermanos la giraron de todo, boleaban zapatos, vendían chicles. Su hermana menor era la consentida, le compraban zapatos a cada rato, no movía un dedo en la casa, hacía como que estudiaba. Sus padres eran conservadores, no hacían mal, simplemente vivían como buenos cristianos, con todos los pesares y orgullos de la provincia poblana.

Un día la chamaca se asomó por la ventana. Un cuadro pequeñito rasgado en la pared le servía de desahogo cuando sentía el calor de la tarde en esas paredes. Dejaba su Singer, estiraba las piernas y veía a un muchacho larguirucho en la cantina de la Juana.

La Juana tenía su dispendio de alcoholes, refinos y chelas enfrente a la casa de la chamaca. De sol a noche se escuchaba la rocola en la cantina. Había de todo en el repertorio, desde los Ángeles Negros hasta los Terrícolas, también había una que otra nalguita ofreeciendose en el remedo de congal.

Sonaba “Nunca más podré olvidarte” en el momento que la chamaca buscó al tipo usualmente apostado en la única ventana de la cantina. Un muchacho de bigote, reseca delgadez y pésima reputación. Ese día, muchacho tenía un jarrito de naranja en la mano, ese día suprimió la borrachera porque quería verse decente para ella.

Las miradas de ventana a ventana siguieron por dos meses. Los nombres los conocían por los vecinos. Sabían santo y seña de sus padres, madres hermanos. La fama de uno ahuyentaba a la otra. La familia de la otra ahuyentaba al otro. Había sólo miradas y uno que otro comentario ahogado.

Al muchacho de 17 se le sabía que era dejado, que ya dos chamacas tenía, que le iba bien en la Compañía de Luz, que sus hermanas habían heredado la putería de su madre, que sus hermanos eran ratas. La chamaca era ingenua y todas esas cosas que no le convenían, la verdad le valían madre.

El don para las matemáticas que siempre le celebraron en la primaria a la muchacha también le valiò madres, no contó bien, sumó bastante con sólo nueve semanas que llevaba de conocer al muchacho aquél, aunque hubiera escuchado de su mal parido destino toda la vida.

Un día de buenas para ellos,de malos para los padres de ella, la chamaca agarró las riendas de una vida. Tomó sus chivas, dejó su preciada máquina de coser, y se fue con el muchahco aquél.

Cierta parte de toda la historia del hijoeputa fue cierto. Sí, era dejado. Sí, tenía dos hijas de cuatro y dos años. Sí, era chambeador. Se marcharon ambos para una casa en medio del cerro, cerquita de la barranca y no lejana al trabajo.

Las niñas estrenaron madre, la cual les duró unos 25 años. Una familia comezó. Vaya par aquél en que la chamaca y el muchacho bigotón se convertirían. Crecerìan un rato juntos. El destino le había citado a su despedida dos decenas y media de años después. Eso, ya luego será escrito, eso que aún le duele a aquél muchacho bigotón.

lunes, febrero 07, 2005

Si quita sus gafas

...

Escríbeme algo, me dijo. Yo me quedé pensando en la ocasión que mi mente se nubló, que me dio frío en la noche y terminé invadiendo una cama. Una noche que tres piedras fueron el timbre, que tu tía dormía en el cuarto de junto, que mojaste mis labios con tu lengua y tu cuello ahogaba mi rostro.
Hubo manos y fueron de artista, hubo pies y rascaban el colchón, hubo lengua y en mi boca se movía. Hubo algo que resbalaba detrás de ti, era sudor y era barrido por mis manos.

Nunca entiendo, me dijo, a veces lo que escribes me provoca depresión, insistió. Yo intenté decir que muchas ocasiones mis manos deseaban describir su cuerpo. Remitirme a recordarle con la cara, con los ojos perdidos, sin gafas y el cabello despeinado. Sin ropa, en su cama o en la mía, entre mi cabecera con sus manos amarradas por sus dedos o atorado en el quicio de su colchón y la pared. Ambos con caras desfasadas, ilógicas, poco comprensibles, iracundas, despiadadas, enmarcadas por los hombros rígidos, suavizadas por las cejas denostando sinrazón.

Con un mensaje un día dijo creerme herido, que en ese momento le maldecía. Yo reí porque no era cierto, porque verle me ayudó. Porque bajé del auto e imaginé su piel mientras regresaba a casa en el camión. Pensé en otras ocasiones y escenarios, instalé sus caricias, sumé mis toscos movimientos, dejé su cadera prensada por mis manos. Las imágenes las armé con saliva, las amarré con cabello, les delaté con mis brazos, escudriñe con meñiques, mordí suaves partes y obtuve maravillas. Aprobé pues funcionaba. Después del insano pensamiento descubrí que a tres cuadras debía haber bajado. Me importó un comino y el camino de más me sirvió para rellenar nuevas secuencias.

Comentó un lejano día, te extraño, eso dijo. A cuatro horas de distancia, le imaginé en el paraje de sierra. Dudé si alguna vez pisarían sus pies esa tierra, deseé que el aroma a Alamo entrara entre algún día en sus fauces nasales. Que el aliento compartiéramos entre hierba. Que la paz de volver a verle me regresara el alma al cuerpo. Que un buen día aparezca en mí la fuerza de poder quererle menos.

Imposible diría yo. Imposible le diría a los ojos, respondiendo a cualquiera de sus comentarios. Describiría una vida que imagino llana sin su estela de aroma, sin sus mordidas a mi cuello. Narraría el drama de imponerme pensamientos poco gráciles donde le violaría por la pena de dejarme. Que me deje si gusta, imposible, vuelvo a decirle, imposible el vivir feliz sin su presencia a mi lado.

Animal

Le han dicho de todo.
Que es buen hijo, que el consentido, que según muy maduro desde niño, que a veces le apasiona todo, que a veces nada le gusta, que le aburre la espera, que habla con la boca a abierta, que es medio amanerado, que no a todas horas parece gustare la Coca-Cola hervida, que se ve menor, que se ve más grande, que se echa encima las broncas familiares, que se neurotiza por el reloj, que no sabe dónde deja el celular aunque lo tenga en el bolsillo, que puede querer de más, que pocas veces pierde paciencia, que a veces grita y manotea sin darse cuenta, que quiere y quiere mucho, que se ilusiona rápido, que no sabe perder, que se le sube, que se la cree, que es humano. Aunque a veces, se pasa de animal.

En una de tantas pasiones cortas, un buen día de cine que le debe a Mike Nichols, se topó con la leve recepción de reflexiones. En la pantalla, Natalie Portman se desnuda frente a Clive Owen. Se escucha de fondo en la voz de Morrisey, una canción de The Smiths. La escena llega, le vale madres tu mente y la viola. Alguien le dijo que exageraba cuando calificó de "bruta" a la película. Con un gesto asiente pues sabe que era cierto, que exageraba. Y es que, sus exageraciones son muestras de cariño hacia el objeto, persona o lugar que le cautiva.

"You shout your mouth, how can you say, that I go about the things in wrong way", continúa la voz de Morrisey en su cabeza.

En cierta parte de la cinta le explican cómo la verdad nos distingue a los hombres de los animales. Y, no es que sea mentiroso, pero el término le ajusta. Y no se siente mal con él. La mentira regularmente el sabe mal. Aunque la mentira le es aliento de historias salvajes en su mente, de nuevos mundo que nadie habita. A la mentira unos le llaman fantasía. Él le llama mentira. De mentiras vivió en sus depresiones, mentiras de Fuentes le ayudaron a pasar ciertas partes de su vida. Mentiras de Monteroso le hicieron reír. Mentiras de García Márquez lo llevaron a enamorarse de mundos ajenos donde que otros rellenan y fundan capitales sentimentales. Así a veces se prefiere el mundo de mentiras que adornan entre letras la mierda de la realidad.

Que era un buen muchacho, que lo extrañan en su casa, que gasta mucho, que duerme poco, que come mal, que traga aire, que es hijo de papi, que es un partidazo, que es mal amigo, que es borracho, que prefiere pasarsela en el antro que ir a ver a sus amigos, que la familia ya sospecha, que los papás de sus amigos se lo notaron, que su padre no sabe nada de él. Que quiere conocerlo.

¿Y se pierde en otra mentira? Y si no regresa hasta los treinta a su casa, sólo, soltero, sin hijos, cansado de vivir, con plena convicción de morir joven, con mucho dolor, con miedos, con resequedades en su piel, con las costras usuales en las manos, con la misma pasión por todo. ¿Pasará eso?

jueves, febrero 03, 2005

Laboratorio

"I am human and I need to be loved
Justo like everybody esle does..."

Dicen así The Smiths en una de sus canciones más conocidas. Y eso me recuerda a alguien que un día se le ocurrió poner sujetos a prueba de su antojo. Había que reconocer que algo rondaba su cabeza y que necesitaba la confirmación de sus sentidos. Se obtuvo una muestra de tres sujetos que a permanencia voluntaria decidieron abandonar su vida por propia iniciativa.

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Sujeto de investigación A

Complexión: Media.
Edad: 22 años.
Ocupación: Químico.
Frase inborrable: "Me vuelves loco" (dicho con la voz que haría Silvestre al comerce a Twety).
Paradero: Interfaz gráfica del chat.
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El hábito del sujeto lo llevó a ser encontrado en una tarde de domingo en soledad, hace más de tres años en que la curiosidad del practicante llevó a un acercamiento más allá de lo común.
El sujeto presentose en perfecta puntualidad. Con la seña digna de un Tigre del Norte, celular en la mano, nervio y frente sudada fue conducido al lugar donde el experimento se llevó a cabo.
La sesión se inició con un tímido beso de parte del practicante. "Un hombre besa igual que una mujer", pensó el curioso. El sujeto cuenta la prueba como una éxperiencia memorable. El practicante no lo olvida. Simplemente ha tendio mejores fichas de análisis.

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Sujeto de investigación B

Complexión: Gruesa
Edad: 35 años (?).
Ocupación: Maestro de baile.
Frase inborrable: "Que nalguitas tan ricas". .
Paradero: Antros en el DF, fiestas familiares, moteles de Veracruz.
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En el practicante nació el doble de curiosidad. Ósculos no bastaron. Necesitó pruebas feacientes de una posible enemistad con la dirección en que su pene era apuntado. Así que el sujeto de investigación B fue de utilidad paar comprobar las sensaciones indoloras del sexo anal. Si bien la acción demostrada en el lugar del experimento no fue la mejor, sirvió para comprobar la variedad de uso que puede tener el genital masculino. Se inauguróel uso de la charla postcoital. Y se hizo una delimitación de lo que el practicante no quiere en su vida.

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Sujeto de investigación C

Complexión: Media
Edad: 19 años.
Ocupación: Estudiante.
Frase inborrable: "Que buena rola" (Cada que suena una canción de Thalía o Paulina Rubio.
Paradero: Campus de universidad patito, antros donde la música pop en español sea carta principal.

La virginal teoría de vida que el Sujeto de investigación C comprobó al practicante fue tan decepcionante como la inexistencia de un himen de vello anal.
Ante los constantes miedos del sujeto C a una posible acción coital, el practicante desistió de soportar el bajo nivel de charla y la poca imaginación que presentaba. La relación prefirió estancarse en una amistad de lejos, con muchos saluditos cortos cada que aprecen frente a sí.
La investigación arrojó que la relación sería poco provechosa para el practicante, prefierendo hacerse el loco cada que le son enviados mensajes por lo que nunca fue.

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Hasta aquí los experimentos. La verdad el ánimo nunca estuvo para encontrarse con el tipo de especímenes que acaban de ser ennumerados.