miércoles, abril 19, 2006

Dos dulces anécdotas dos

Episodio gomitas
De repente la vida le alegra uno el día.
¿Será el destino?
Quién sabe, pero, ocurrió hoy que, durante una entrevista con Guillermo Pacheco Pulido —el presidente del Tribunal Superior de Justicia— Tere Murillo me acompañó para fotografiarlo mientras respondía algunas preguntas sobre la Corte y el affaire Marín-Cacho.
De principio Pacheco Pulido nos ofreció de sus dulceros unas gomitas azucaradas de manera insistente. Después ocurrió que terminamos con un par de bolsas de gomitas azucaradas cortesía del magistrado presidente
Luego nos enteramos que Charo, hermana de Tere, en alguna crónica de Sintesis escribió que Pacheco Pulido no le había ofrecido ni una gomita de las que atesoraba en finísimos dulcero de cristal cortado que había en su escritorio.
Minutos más tarde Fernando Ruiz Labastida, jefe de prensa del Tribunal le aclaró al funcionario que, a pesar del parecido, se equivocaba de persona. Aún así nos fuimos con casi dos kilogramos de gomitas que repartimos a diestra y siniestra en el Congreso y en la redacción del honorable pasquín que es CAMBIO.
Ah, y Guillermo Pacheco Pulido nos corrigió antes de irnos: “¡Los dulceros son corrientes, ni siquiera son de cristal cortado!”.

Episodio pastel de manzana
Va la otra.
Llegando a la redacción, sobre el teclado de mi computadora encontré la tercera parte de un pastel. Con una nota y la colaboración del doctor De la Vega en un sobre. Lulú, la secre (no alcanza el resto del término, dejémosla en “secre”, en vez de “secretaria”) de la redacción, llegó y me dijo que el doctor había dejado eso para mi, que no le diera a nadie porque era todo para mi, subrayó. La verdad me dio un poco de curiosidad que quisieran dejar un detalle a medias. Pensé: “¿Cómo quieren hacerle a uno la barba con un pastel mordido?”.
En fin.
Hasta ahí había dejado la anécdota cuando recibí una llamada del señor De la Vega.
—Oiga ahí le dejé un pastel, con todo mi cariño y respeto—dijo él.
—Ah sí, ya vi la rebanada. Muchas gracias—dije yo, como ácido comentario.
—¿Rebanada? ¡Si yo se lo dejé completo!—dijo el colaborador un poco indignado.
—Ah mire, pues a mi nomás me dejaron eso—.
—¡No como cree! Se lo dejé a la señorita Lulú—
—Pues eso me dio.—
—¿Sabe qué? Mañana le llevo otro—
—No. No se moleste. Qué pena.—Corregí yo.
—Si como no. Faltaba más. Fue mi culpa, es que se lo dejé a Lulú justo a las tres, la hora de la botana. ¿Pero sabe qué? Mañana le llevo otro —insistió—. Pero esta vez se lo dejo con el policía de la entrada para evitar lo que pasó.—

Wacawaca. El señor se despidió, yo me quedé con mi bolsa de gomitas, mi tercera parte de pastel y ahora resulta que mañana tendré otro. Vaya, ni en mi cumpleaños recibo tanto azúcar.
Por cierto, la foto (en la que no me veo tan agraciado) es cortesía de la señorita Esther Chelius que recién cumplió sus 30 años. Ahí aparezco con doña Tere y nuestras bolsotas de gomitas azucaradas.

5 comentarios:

dulcedehigo dijo...

Hurra! viva! yo comi de esas gomitas !!!!

Social Drinking y Su Sonido Chikinasty dijo...

Quiero gomitas..ah y su ass tambien..he dicho.

lebrel dijo...

yo solo quiero pasitas con chocolate y elotes

inMundoAnimal dijo...

Pasita? Hasta en eso se le sal lo pastora doña Chata... doña Chata esta cubierta de pilares de oro y plata... eso salió nomás por ser mamada mía.
Ok. Le cambiaré eso de la urraca mil amores.... será solamente... la urracarrana, como la de Blue Demon.

lebrel dijo...

jajajajajaajaja urracaranaaaaaa!!!
no no no mejor la urracareynaaaa!