martes, abril 11, 2006

Al averno la oficina; el pueblo en llamas


Al menos tres días el inMundo Animal se ausentará de sus aposentos, bueno, no sus aposentos, pero sí el sitio en donde más tiempo pasa.
Adiós computadora, adiós cajones y archiveros, adiós órdenes de inserción y pautados de publicidad. ¡Ciao oficina!
Resulta que de mis planes tan variados y diversos no se hizo ninguno. No fui a Oaxaca, no fui a Guerrero. Pero pasaré unos días con mi padre, su esposa Adriana y Marco conocerá mi tierra.
Lástima que llegaré al pueblo conociendo ya malas noticias.

***

Bien recuerdo el día que mi padre conoció a Adriana. Fue el primer día de reyes que pasamos sin mamá. Mi hermana Claudia, el Javo, Karla y yo esperábamos la rosca cuando mi padre tenía cara de haber horneado otro bollo.
Resulta que esa tarde mi papá salió por la rosca para sus nietos e hijos cuando se topó con Adriana. Le habló y acordaron una primera cita para conocerse. Llevaba ya unos meses observándola cuando ella se asomaba a su balcón cada que mi papá pasaba sólo en su auto.
Para febrero mi padre era otro. Con sonrisa renovada. Recordó que existía la tintorería. Cuando le visité se paraba horas frente al altar que tenía en la antigua casa de Necaxa. Parecía que a alguien le pedía permiso.
Y eso pasó. En marzo del 2002 don Ildefonso estaba ya comprometido.
Como cada mes, los primos, amigos, parientes, hermanos e hijos de doña Emma terminaron el día quince en la parroquia de la Santa Cruz conmemorando un mes más de su partida. Y ese día, mi sutil progenitor le dijo a mi hermana Miriam: “Me voy a casar”.
Se lo dijo sentado en una de las bancas de la iglesia. Mientras el párroco daba la homilía mi hermana, yo —que ya lo sabía— y todas las amigas de mi madre sentadas atrás, escuchamos la versión de mi padre y su affaire.
Bueno, eso pensaba yo.
Yo creí que de un affaire no pasaba. Pero desde ese año continúan juntos.
Al tiempo terminé llevándome bien con Adriana. Involuntario o no Adriana y yo simpatizamos. Ahora le agradezco que cuide de mi padre

***

Otra mala nueva me hace desvariar, me trae escenarios antes vistos. Muy dolorosos tiempos que vivimos en casa. De los que mi padre pudo dar cuenta como compañero de mamá. El cáncer se la quitó.
El jueves regreso a mi pueblo sabiendo, que la mujer que ahora cuida de papá también tiene una alerta. Una alerta por cáncer. Esperemos que de eso no pase.

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