miércoles, enero 25, 2006

Efecto peróxido


Bendito sea el Dios en el cual no creo, bendito pues enero está por irse, porque la verdad los inicios cuestan y el inicio de este año está costando dos riñones, una bilis y el insomnio mío de casi todas las noches. Enero empezó parco, empezó con días tibios, con mañanas de compañía, con presión casi idéntica a la de todas jornadas de trabajo. Ah, y con una rubia recién estrenada. En enero Selene regresó rubia de Chilpancingo, en este mes. El 23 fue su cumpleaños. Con mi padre comparte el día de nacimiento, su afición por comportarse como dictador y el ánimo de hacer lo que les venga en gana.
Selene regresó fingiendo un coheficiente bajo pero a mediados del mes decidió meterse en la maestría de ciencias políticas y gestión pública. Así es el efecto peróxido.
La foto fue tomada el sábado pasado en casa de Lizet mientras ingeriamos vodka y se escuchaba reggeaton... por cierto, acabo de darme cuenta que soy al único que le permite tomarle fotos... los demás, los demás le roban el alma.
Nos conocemos tanto, nos sabameos al pie de la letra chingaderas, modos, manía, fobias y filias, que a veces nos prestamos el alma cuando ella se pasea por el Ticuí y yo me pierdo en Venta Grande.

1 comentario:

Elmer Sosa dijo...

Quiero un efecto peróxido...