martes, julio 12, 2005

Buenas y solas noches

Traigo una prisa enorme por vaciar esta silla. Creo que se acabará el límite de llegada. ¿Estará aún abierta tu puerta? ¿Podré dormir abrazado por ti? Espero el vw de Andrade no se descomponga sobre el bulevar Valsequillo y termine la noche regresando a casa. Muerto de cansancio.

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Mi padre podrá decir que sólo le hablo en quincena. Pero hoy lo extrañé. Debo admitir que odié cada vez que revisaba mi saldo y veía la misma imagen:

SALDO: $ 44.00 PESOS

Maldito cajero, maldito bolsillo vacío, maldito hábito de gastar mucho. Selene dice que me he vuelto avaro. Más de lo que ya era. ¿Será?

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Son más de las once de la noche y a la portada no le veo hora para que el Grinch la termine. Creo que hoy duermo solo. Tengo sueño.

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Hoy recordé la última vez que terminé con los bolsillo vacíos. Fue por una mujer. Eran las ocho de la mañana de algún diciembre de 1998. Se llamaba Ana y fue lo más cercano que estuve a caer enamorado de una hembra.
Ana tenía bellos senos, dos años más que yo y por ella tuve grandes problemas con mi amigo Beno. Él quería con ella. Ella conmigo. Ni modo. Las cosas se dieron y no pude echarme a correr. Estaba emocionado.
Esa mañana de diciembre Ana tenía que regresar a Pachuca. La niña no tenía para su camión. Salí como héroe a su rescate. Le pagué el boleto, la fui a dejar.

Un boleto para Huauchinango— había pedido yo. Me revisé el pantalón y me quedé en ceros. Corrí al cajero y mi tarjeta estaba peor de muerta.

SALDO: $ 00.00 PESOS

El incidente se solucionó con una llamada a mi casa, dos gritos de mi padre y un rápido depósito de mi madre. No volví a salir corriendo con lo que tuviera en la bolsa. No he vuelto a entusiasmarme tanto por una mujer.

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Son las 11:20 pm. Hoy dormiré sin compañía. Ahora suena “La llorona” en la redacción y siguen revisando la ortografía a la portada. Buenas y solas noches. ¿Será cierto eso del té de calzón?

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