miércoles, junio 29, 2005

Hagamos cuentas

Hace meses que no sentía.
Hace un mes no tenía la misma mente dentro de este cuerpo.
Fueron casi tres horas de viaje, un ADO, una cajetilla de cigarros y el conteo sería completo solo con varias anécdotas...

1
A mi cuñada Suhail la encontré hecha pedazos, danzando detrás de su hija que bailó en el carnaval de salida del preescolar Carmen Serdán. Su madre ahora es un guiñapo al que los médicos le dan dos meses de vida.

-¿Te suena conocido?- me dijo mi cuñada. Yo no pude articilar palabra. Ella acompañó decorosamente a mi hermano durante la agonía de nuestra madre. Hoy Suhail es madre de familia y le quita a su niña el disfraz de baile hawaiano. Me cuenta que mi hermano Alfonso lleva tres días desaparecido. "De seguro ahogado en alcohol" me dice. Y le creo, mi hermano me manda mensajes al celular contando lo mal que se siente, la maldición que le parece la vida desde la muerte de mamá y sus dolores matrimoniales. Suhail termina de vestir a Blanquita. La toma en brazos y sale corriendo. Afuera la espera su hermano para irse a la capital donde es atendida doña Jobita. Ese día le administrarán la quimioterapia. Sí, no cabe duda. Me suena conocido.

2
En la misma salida de preescolar sale corriendo una niña. Ya con formas de mujer me abraza. Me grita con la voz cortada: "¡Tío Mundo! ¡Tío Mundo!". Es Karla. Tendrá dos centímetros más de altura desde la última vez que la vi. Ahora me presume su examen extraordinario de matemáticas, me presume su novio dos años mayor que ella, me presume que está muy contenta por ser popular en la secundaria. Trece años tiene ahora la niña, olvidé que le llevo diez. Claudia, mi hermana se sienta a dos metros de nosotros. Me saluda a lo lejos y le brota una lágrima. Luego señala con su índice para que vea en el estrado al Javo, mi sobrino hace su aparición en la tarima para que le den sus papeles que le acreditan como graduado del preescolar.
No creí que Javier se acordara de mi. "Hola tío Mundo" me dice cuando llega quit´ndose los guantes blancos que acompletan la gala de sus uniforme. No soporto y las lágrimas ruedan por mis mejillas. Seis meses tenía de no verlos.

3
Bochornoso es el ambiente en Necaxa. Llevo una hora esperando a Jéssica y Josué. Platico con doña Margarita, madre de Jéssica. La señora está preocupada por ellos. Le gustaría más estabilidad entre ellos. Le gustarían tantas cosas para sus hija. Pero prefiere contarme los sortilegios que una bruja ha hecho entre su familia

-A Nelida le dijo que la tenían amarrada, que la querían ver muerta- me dice doña Margarita.

A la hermana de Jéssica una bruja le fue a bajar 350 pesos. Entre dos límpias y una lectura de cartas Doña Felicitas es ahora la sensación entre la familia Castro. A mi me dio curiosidad.
Jéssica y Josué llegaron luego de unos minutos más de espera. Yo saludé a ambos pero Mejía se fue algo enojado, llegó enojado y a Castro le valió sombrilla. Luego me contó los pormenores de sus últimas peleas.

4
Á mi padre lo vi como siempre. Con la misma neurosis que nos caracteriza a ambos. Lo primero que hizo fue preusmirme sus ciruelos cargados de fruta, los casi doce borregos que habitan su fortaleza de hierba, me regaló un microndas, me dijo que si daría 5 mil pesos para el viaje a Cuba, me dijo que le preocupa Miriam y su encanto por el tipo en turno. Peleamos para o variar cuando fue a dejarme a la terminal del autobus. Lo que más lamento de la pelea es que dejé "X & Y" de Coldplay en su camioneta.

5
Miriam y Rodrigo ahí la llevan. Madre e hijo se la pasan bien. Él está siendo educado y ella está siendo reeducada. Desde enero está con Juan, un tipo que ya piensa en el anillo de bodas. Ella estaría pensando en su tercer matrimonio. Debería pensarlo bien. Debería pensar en Rodrigo. Ahora piensa en un cruso de verano que le ocupe todos sus dones de paciencia como maestra de preescolar.

6
A Denisse no la encontre. Fui a buscarle en dos ocasiones. La veré en dos semanas.

7
Mi hermana Blanca habló por teléfono. Se comunicó con papá. Me mandó decir que cuando vaya siquiera le heche un pedo. Ella está bien. Eso lo se. Ella no me preocupa.

Del conteo recuerdo ahora una bolsa de ciruelas rojas y amarillas, con dos peras que llevé a cuestas en el viaje, además de un dolor de espalda por el colchón de la cama que no acostumbro y un amor por el lodo, la lluvia y el bochorno de mi preciosa sierra norte.

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