lunes, diciembre 28, 2009

Junkie XMAS

“Chingue su madre”, dije primero. Los arranques son típicos en estas fechas.
“No lo vuelvo a hacer”, decía después. Justo cuando paladeé el sabor más amargo de mi vida.
Después vinieron segundos de falsa mojigatería.
Muy, pero muy falsa:
“Ay pero qué estoy haciendo”.
Así se oía desde el lado más maricón de mi personalidad.
“Chingue su madre”, volvía a decir mi parte más valemadrista.
Era un diálogo de mil voces conmigo mismo, como una muy divertida esquizofrenia.
“Toma un buche de agua. Y ya pásatelo”, me dijo el buen Doc Hache, que fue el único que interrumpió las voces en mi cabeza. Ahí entre el antro, entre las rolas de la Gaga, una y otra y otra vez, y así hasta el vómito.
Mi Doc odia a Jamie Cullum.
También le cagan los poseros.
Detesta sentirse usado, pero le encanta ser usado. Así lo dice.
Y de inicio detestaba su oficio. Quería ser poeta. Aún lo quiere. Aunque también le encantaría soltar pinceladas y convertirse en un master de la plástica mexicana.
Tiene buenos contactos. Y mejores relaciones públicas.
Vaya, ha estado cerca de Chavela, ha hasta platicado con ella por obra y gracia de sus amistades.
Pero lo cierto es que, también, es muy buen guía cuando se trata de iniciar junkies.
Siempre me supe uno en potencia. Y él también me había detectado mis dones.
Benditas las drogas legales.
Y doblemente benditas las ilegales en estos tiempos autodestructivos.
Hacía años que no me portaba mal. Pero ya me harté de ser un niño bueno, honestamente.
El niño bueno se acabó hace unos días.
Justo antes de navidad y siguió muriendo para cuando rezaba por el niño Dios que acababa de nacer.
Se acabó un poco más cuando vi a Miriam llorar las penas en el alcohol y entendí que ese ánimo autodestructivo nos viene incluido en el empaque de cromosomas que nos heredaron mis padres.
Claro, viene sin instructivo.
Y yo que criticaba a mi carnal, el Poncho. Pena debería darme, si soy peor que él. Y también que Miriam.
Papá seguro se sorprende de que los tres sigamos vivos con su carga genética tan complicada, tan explosiva.
Papá mejoró la especie. La hizo más enferma cada vez. Nosotros nomás nos encargamos de pudrirnos a nuestro gusto.
En ese camino voy bien.
“Tu corazón va a latir muy fuerte, no te espantes, es normal”, me dijo el Doc Hache.
Y pasó.
“Te va a dar mucha sed”.
También pasó, me la pasé a agua mineral y a lo mucho una chela. No recomendable.
“Nada de alcohol, porque se te cruza culero, o inhibe el efecto”, me recalcó.
No volví a tomar chela.
Y sentí lo que no había sentido.
Yo que ya me había dado por muerto en una borrachera de navidad.
Me reencontré, podrido y todo, pero me reencontré.
Me acordé lo que es vivir sin presiones.
Sin ataduras.
Creo que eso me trajo de regalo el niño Dios.
Feliz navidad, a mí.
Por ahora sí, solo pensaré en mí.

No hay comentarios.: