martes, agosto 01, 2006

No pida lluvia

Me he sentido bastante solo.
El único que me ha acompañado es Bellatin, él y sus Flores.
Con extrañeza recibí el préstamo de Don Cobayo, creo que su libro favorito.
Con cuidado he tratado el libro por aquél aviso precautorio de su dueño.
Hoy casi me infarto, casi se moja con todo lo que escupió el cielo.
Hielo en coquetos trocitos, cayó cuando iba montado en un democrático microbús Ruta 3 hacia la oficina. Y es que la boca se me hizo chicharrón.

Alrededor de las cuatro de la tarde subí al camión.
Un tufo de sudor entre las paredes de lámina hacía mucho menos placentero el viaje.
Había de acostumbrarme, unos 25 minutos viajando en tal hojalata tenía que soportar.
Tomé Flores entre mis manos. Lo tomé con cuidado.

Leí al parecer tres de sus independientes historias.
Tres de sus pétalos deshojé hasta que el humor me interrumpió.
El calor me provocó mal humor. Una rendija descubrí abierta… fue como el paraíso encontrar gotas de lluvia en el parabrisas del endemoniado camión.
Recordé cómo en la sierra todo se refresca y reverdece con la lluvia.
Olvidé que no estaba en la sierra.
Casi invoqué una de esas lluvias de octubre.
Y eso tuve por quince minutos, pero en una tromba.
Incluso el camión se inundó.
Por compañeros de viaje tenía una familia. Escandalosa, bastante escandalosa.
Parecía que no conocían el agua, peor de extasiados se pusieron al ver el granizo.
Yo estaba harto.
No se quitó el calor.
Se empeoró el bochorno.
No podía bajarme.
Las calles eran ríos y aún colgaba para llegar a la oficina.
Yo no soltaba mi morral y cubría con él a Bellatin y sus Flores.
La histeria de la lluvia, de una catástrofe natural, de un libro probablemente mojado, terminó cuando mi neurosis y el agua cesaron.
Todo, tres segundos antes de bajarme del microbús.
Demonios.
Me urge un auto.
Aunque algo me dice que ni un auto habría borrado en mi esa sensación de soledad.
(FOTO/ULISES RUIZ)

1 comentario:

Cobayo dijo...

No se preocupe por el libro... si lo maltrato, lo mato. Pero no lo haré sufrie mucho; palabra de roedor.

Un abrazo.