Había de dos moles.
No llegaba a la manifestación de fans de Juanga decepcionados cuando una llamada suena para informarme que la función poco tardaba en comenzar y poco faltaba para que me mandaran al diablo si no llegaba a la hora y lugar acordado.
Era ver Hostal o V de Venganza. Elegimos V.
Hostal comenzaba diez minutos antes de las ocho y tenía que cerciorarme de algunos reclamos en contra de un concierto mal organizado. V era ña única opción.
Después de dos pataletas, un cambio de autobús, un corre ve y salta hasta el zócalo, llegué a la sala, justo a en escena ocurre un intento de violación, Evey —alias Natalie Portman— se escabulle entre solitarias calles.
Unos frames más y aparece V. Con su careta de Fawkes, con su encanto de héroe casi quijotesco con toques de Casanova y aroma a art decó. Y termina por matarte en encanto. Este es terrorista, este es el hombre encarnando a la anarquía de un fantástico Londres del 2020. Este es el antihéroe que muchos realizadores se quedaron con las ganas de dibujar.
En ese lugar, las ideas son a prueba de balas y el miedo se utiliza para aprender, ayuda a vivir más lento el futuro.
Así fue, por lo menos en las dos horas del filme.
Ahora quiero ver Hostal y constatar los beneficios de ver una película con clasificación D.
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