lunes, agosto 29, 2005

Silencio en la casa de la luna


A ese lugar le dicen la Casa de la Luna. Estuvimos tú, yo y un inquebrantable silencio. ¿Sería la onomatopeya de la paz? ¿Un callado aliento de la calma?
Tardé horas para poder pronunciar Yohualichán. Tardamos 20 minutos en dirigirnos de ahí hasta Cuetzalan. El césped era un verde intenso que mis daltónicos ojos nunca pudieron dejar de confundir con amarillo canario y los niños constantemente pedían monedas porque sí.
En ese viaje entre silencios, entre pocas palabras y lluvia suave aprendí que no siempre debo decir todo, que no siempre debe haber sonido, que no siempre debo hablar. Aprendí que no siempre escucharás. Apredí que es preferible el silencio de dos cuerpos que escuchar los gritos de diez danzantes burdos en Yohualichán.

1 comentario:

inMundoAnimal dijo...

Fe de erratas
Tiene toda la razón. Es la casa de la noche. Pero aún así suena bien el título.