lunes, febrero 07, 2005

Si quita sus gafas

...

Escríbeme algo, me dijo. Yo me quedé pensando en la ocasión que mi mente se nubló, que me dio frío en la noche y terminé invadiendo una cama. Una noche que tres piedras fueron el timbre, que tu tía dormía en el cuarto de junto, que mojaste mis labios con tu lengua y tu cuello ahogaba mi rostro.
Hubo manos y fueron de artista, hubo pies y rascaban el colchón, hubo lengua y en mi boca se movía. Hubo algo que resbalaba detrás de ti, era sudor y era barrido por mis manos.

Nunca entiendo, me dijo, a veces lo que escribes me provoca depresión, insistió. Yo intenté decir que muchas ocasiones mis manos deseaban describir su cuerpo. Remitirme a recordarle con la cara, con los ojos perdidos, sin gafas y el cabello despeinado. Sin ropa, en su cama o en la mía, entre mi cabecera con sus manos amarradas por sus dedos o atorado en el quicio de su colchón y la pared. Ambos con caras desfasadas, ilógicas, poco comprensibles, iracundas, despiadadas, enmarcadas por los hombros rígidos, suavizadas por las cejas denostando sinrazón.

Con un mensaje un día dijo creerme herido, que en ese momento le maldecía. Yo reí porque no era cierto, porque verle me ayudó. Porque bajé del auto e imaginé su piel mientras regresaba a casa en el camión. Pensé en otras ocasiones y escenarios, instalé sus caricias, sumé mis toscos movimientos, dejé su cadera prensada por mis manos. Las imágenes las armé con saliva, las amarré con cabello, les delaté con mis brazos, escudriñe con meñiques, mordí suaves partes y obtuve maravillas. Aprobé pues funcionaba. Después del insano pensamiento descubrí que a tres cuadras debía haber bajado. Me importó un comino y el camino de más me sirvió para rellenar nuevas secuencias.

Comentó un lejano día, te extraño, eso dijo. A cuatro horas de distancia, le imaginé en el paraje de sierra. Dudé si alguna vez pisarían sus pies esa tierra, deseé que el aroma a Alamo entrara entre algún día en sus fauces nasales. Que el aliento compartiéramos entre hierba. Que la paz de volver a verle me regresara el alma al cuerpo. Que un buen día aparezca en mí la fuerza de poder quererle menos.

Imposible diría yo. Imposible le diría a los ojos, respondiendo a cualquiera de sus comentarios. Describiría una vida que imagino llana sin su estela de aroma, sin sus mordidas a mi cuello. Narraría el drama de imponerme pensamientos poco gráciles donde le violaría por la pena de dejarme. Que me deje si gusta, imposible, vuelvo a decirle, imposible el vivir feliz sin su presencia a mi lado.

1 comentario:

maio mtz dijo...

wow... debes quererle mucho... em... wow... será momento de dormir pensando que yo pronto escribiré algo así de inspirador para alguien y no estupidez, incongruencias y pamplinas... saludos... buenas noches