jueves, enero 03, 2013

5 cosas que aprendí en el 2012



1. La lealtad es un valor poco comprendido, devaluado ante los ojos de unos. El ser leal no es solamente un asunto de pesos y centavos, ni de amistades longevas. Se nace leal, o simplemente no naces leal. Así de sencillo. La lealtad no puedes ni exigirla ni pagarla.

2. Los amigos que quedan serán pocos, pero son los que verdaderamente la vida te puso. Son la familia que eliges y que te elige. Hay que abrir bien los ojos porque “amigo” llamamos a cualquiera, pero pocos merecen el apelativo.

3.  Palabras como “amor” y “felicidad” son tan abstractas y nos obsesionamos tanto por llenarlas, acoplarlas, ensayarlas, hasta caer en el hartazgo. Aún estoy a la espera de saber si existen. Aunque este año que se fue me deja muy (pero muy) escéptico con relación a esos dos temas.

4.  La familia, la de la sangre, por más que suela está errada, alejada, esparcida, no deja de ser familia. A veces las lecciones más grandes vienen volteando a ver a tus hermanos, con las pocas palabras de un padre, con la sapiencia de la calma de esa casa que te recibe tibia a pesar de que el clima esté a varios grados bajo cero.

5.  Por más saltos cuánticos, por más que pasen años bisiestos, por más años nuevos bajo cero, por más mails arrebatadores, por más cambios de estado en Facebook o tuis amargados de Twitter, nunca dejas de pensar en la gente que consideras importante. Esa gente ahí está y estará siempre. 

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