Fue el cumpleaños de Chuleta.
La Gorda, como le digo Chuleta, llegó flaca a la casa.
Nos la dejaron como hogar sustituto.
Llegó con varios kilos debajo de su peso.
Llegó de siete u ocho meses a medio desarrollar.
Tenía hasta garrapatas.
Fue entrando en
carnes después de dos tratamientos con el perriatra.
Hoy es la hija del hogar
que ya construimos.
Ejemplificarse en un animal herido, lo sé, es un vil cliché.
Pero La Gorda y sus ojotes se ganaron un espacio. Ella construyó su propia casa en nuestra vida.
Así quizá le pasó a Yayo y me pasó a mí.
Escuché por ahí eso de “tú eres mi casa” en alguna película.
Y el concepto se
ha encarnado en Yayo.
Hoy tenemos la fecha lista para la boda y los detalles han caído uno a uno.
En los últimos meses he ido a cuantas bodas me han invitado esperando el día
que llegue la mía. Falta poco y hoy comienza esa cuenta regresiva.
Después de celebrar el cumpleaños de Chuleta con un pastel
de Royal Canine y croquetas, ya sé, somos hipercursis, seguimos con los
detalles.
Los últimos días nos han dado las dos de la madrugada
visitando a amigos para confirmar asistencias y comenzar a entregar
invitaciones como revisando lo que nos queda.
La neta pensé que se exageraba con eso de los detalles a los
invitados. Pero hay un momento en que descubres que solamente quieres que te
acompañen y la pasen bien.
Seguimos en el debate de canciones para cada momento,
seguimos pensando qué va a pasar ese día, me como las uñas por los nervios y
también me como todo lo que tengo enfrente, he subido muchos kilos y la
nutrióloga ya me habría dado el regaño de mi vida. De tallas ni hablamos.
Espero entrar en el traje.
El nervio se acumula cuando surgen los amigos que preguntan
cómo va el asunto.
El nervio se acumula cuando veo bodas perfectas, con
parafernalia mil, con la alegría corriendo a raudales.
Pensé que en la boda de Gaby, que fue en Tepoztlán, toda
perfección y hermosura, me dejaría más intranquilo y nervioso. Lo cierto es que
disfruté el viaje. Las loqueras en medio de la borrachera y regresé mucho más
enamorado.
No sé qué pasa por la mente de Yayo. Me da curiosidad. La
rutina de los días se ha interrumpido por el proyecto del festejo, por el tema
legal, por los comentarios de la gente que pregunta o gustosa o curiosa.
A veces siento que no puedo con tanto, luego me ocupo y se
me pasa. Luego corremos a confirmar cierto proveedor, a la prueba de menú, en
pinchemil cosas. Las fotos, el pastel, la lista de invitados. Creo que hasta el
momento no he entrado en modo groomzilla, pero sí me quedo catatónico ante todo
y recuerdo que quiero hacer esto como ninguna otra cosa en el mundo, como un
gran proyecto. Y que el día que todo salga, perfecto o con sus detalles,
emprenderé otro proyecto con él.
A veces siento que soy otro. Y me gusta.
Me redescubro. Y me gusta.
Me vuelvo a enamorar. Y me gusta.
Aquí empieza la cuenta regresiva.
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