martes, julio 06, 2010

I eat dinner

Las gotas de rocío bajan una por una sobre las hojas del limonero.
La cocina huele a guayaba, pera y mango.
Constanza extraña a su papá y la ansiedad le ha llevado a siete cambios de ropa por una noche.
Sigue sin dominar el baño, pero esa sonrisa hermosa no desaparece de su rostro por más que se haga en los pantalones.
Roy está altísimo y pareciera que no deja de crecer cada día. Sigue con el fanatismo por el Mundial Sudáfrica 2010 al que le quedan ya unas semanas de vida (gracias a Dios).
Miriam no deja de acomodar cosas, lavar, subir, ordenar; pareciera que nunca hay descanso. ¿A quién me recuerda? ¿A mamá? ¿A mi padre? ¿A mí? Tiene esa manía de no estarse quieta que nos heredaron ambos. Voltea a un rincón: “Ahí hay que poner una cortina, así y así… ¿o así?”, dice cuando ya está sobre una ventana imaginando cómo quedaría al final de su trazo con los dedos al aire.
Es curioso. Pero el cascarrabias que soy se transforma cuando la chaparra me grita al llegar: “¡Tiyo!”, dice mientras se come sus hot cakes de la merienda.
Se siente lindo.
Se siente muy distinto.
Llegar a la casa y encontrar el cuarto acomodado, impecable.
Girar la perilla de la puerta y entrar en otro halo. Uno muy distinto al que se tiene todos los días.
Uno al cual indigna mezclarlo con el trabajo.
Se siente como el hogar que hace unos diez años dejé.
Se siente bien.
Es tan curioso. Hoy que no tengo ya ningún sentimiento por nadie (¡que horrible suena!) me siento bien. Me siento tranquilo.
¿Cómo dice esa canción de Rufus y Dido?

“I eat dinner at the kitchen table
By the light of the TV screen
I eat leftovers with mashed potatoes
No more candlelight
No more romance
No more small-talk”.

Llegué muerto.
Me tire en la cama y no me moví más.
Las elecciones me dejaron con la espalda destrozada.
Miriam pidió a los niños no molestarme y me cerraron la puerta.
Es lo último que escuche.
Ahora, en la mesa de la cocina escribo esto con el mayor de los sigilos.
No quiero despertar a nadie.
Solamente quiero escribir lo bien que me siento y volver a dormir.
Que mañana, volver por la noche a esta calma del hogar, me sabrá a premio.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Muy buen relato, como siempre.

Felicidades

inMundoAnimal dijo...

Saludos Omar.
Ya me mencionaron que eres hermano de un entrañable amigo.
Gracias por leer.