domingo, junio 18, 2006

Ese pez no quería vivir

Eso pensé de principio cuando llevé el cadáver del pobre Efraín a la nevera del refrigerador.
Como no tenemos tiempo, le haremos su funeral en un respiro que tengamos Selene y yo.
Pues resulta que el pececillo se mató. “Quizá no soportó el frío —dijo Selene haciendo conjeturas sobre el trágico destino del pez betha— se fue hacia abajo, hasta abajo del jarrón y se atoró el pendejo”.
Si fue equis o ye la causa del deceso, una depresión, un suicidio, una muerte natural…eso ya no importa. Ahora en medio de mi casa, ahí en la sala está el jarrón lleno de agua y piedras nomás. Ya sin pez.
Resulta que el viernes en la mañana pasaba por la sala, cuando observé muy quieto el jarrón que un día llevaba de habitar Efraín.
Observé por arriba, y nada. No estaba. “Pinche pez no se puede ir de juerga”, pensé. Me fijé más abajo, y me tranquilicé. Noté una aletilla flotando… después noté su coletita azulada también flotaba… A lo que no le descubrí movimiento fue al resto de su cuerpo. Estaba muerto. Bien muerto, requetemuerto. Vaya hasta torcido el pobre Efrían.
Selene me obligó a hacer la inhumación del cadáver.
Al jarrón lo despojé de las conchitas y me tardé unos cinco mi minutos en sacar las el resto del adorno, incluidas las piedras donde se había atorado o suicidad, vaya usted a saber, el chingado pez betha.
Ni modo. Así es esto.
Poco duró la primera mascota en territorio rebelde.

2 comentarios:

Social Drinking y Su Sonido Chikinasty dijo...

lindo pescadito no quiere salir por que el inmundo lo va a poner a dormir.

M dijo...

Me conduelo por la muerte del ex-pececito, ahora pescadito...