Está bien ya pasó todo. Después del que podría considerar como el segundo truene significativo de la era inmundiana no me desangré, no morí, al parecer respiro y mis pupilas siguen en su lugar, sólo mi corazón saltó un poco a la hora del encuentro en el zócalo conseguí lo que quería. Quería saber cómo estaba. Quería hablar -y lo hice aunque fueron escasos tres minutos-, me dio gusto por el encuentro.
Hace dos días que hice la semana de quedar en solitario. Y al parecer las cosas van bien. No veo mayor compliación. El único problema es que los sigo contando, como si me urgiera encontrar a alguien más para este asqueroso e inmundo lugar que es mi vida. No lo recomiendo. La mayoría de mis conocidos dicen lo mismo. Por el momento no hay muchos invitados a este barco. Perfecto para el soliloquio.
Buenas noches Puebla. Buenos días Inmundo.
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