miércoles, abril 20, 2005

Envidio a tus sábanas

No estás aquí.
No estoy ahí.
El contacto son vagas tipografías que se mueven en renglones.
Vil interfaz gráfica de la red.

No quiero eso.
Deberías estar aquí y cumplir una vil fantasía.
Deberías estar aquí para cumplir mi capricho.
Deberías estar a mi lado y no respondiendo con monosílabos.
Y yo debería hacer tanto, tanto que no hago, tanto que se quedó en el tintero.

Me voy solo esta noche.
Hoy duermo sin tú compañía.
No te tuve ayer en la noche, no te tuve esta mañana, no se qué pase este viernes, no sé qué carajos puede cambiar el panorama.

A veces siento algo de piedra dentro de la caja torácica.
A veces creo que no existe una mano donde el latir de mi pecho pueda resonar.
A veces prefiero pasar la noche en vela con fantasmas ajenos, con aullidos recién adquiridos.

Pero, hoy... hoy envidio tus sábanas, que te acompañan, que te cubren, que en las noches calurosas no te estorban.
Quisiera ser ellas, fetiche de algodón de estampados florales o de rombos ilógicos. Sin pensamiento, sin sensación, sin dolor, sin pena, sin preocupaciones, pero aderezadas por tu cuerpo, por tu compañía, por tus suspiros, por tus gemidos nocturnos, por tu saliva escapando de tu boca.

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